esa pasión que nos llamaba y que estaba latente. Ahí la
estábamos viviendo. Y ahí empieza a final de cuentas la
aventura, porque mientras somos nosotros High Bass no
hay aventura, solamente vida, muy bonita también.
Claudio: Nos vamos entendiendo nosotros como grupo,
hay cosas que vamos desechando, otras de las que nos
vamos apropiando, y empiezan a aparecer instrumentos.
Aparece una trutruca por ahí, ritmos, de repente empezamos a tocar ritmos que son como bien primitivos, pero
que uno se da cuenta que están en todas las músicas
más primitivas, indígenas en cualquier parte del mundo.
Ahí empieza a nacer ya, se empieza a gestar el lenguaje.
Empiezan a nacer melodías.
Empiezan a aparecer los elementos del lenguaje y se
empieza a armar el lenguaje, lenguaje que hasta el día
de hoy seguimos utilizando y evolucionando. Pero ese
período de improvisación fue muy importante, y afortunadamente nosotros, bueno, de repente esta cosa del rompimiento con lo establecido, y con la sociedad al final de
cuentas, lo llevábamos al extremo, o sea, nosotros éramos ya como fundamentalistas. Ahí no queríamos nada,
por ejemplo grabar un disco era como prostituirse, era
como entrar ya a transar con las compañías, y además
grabar era como retener un instante que no había para
que retenerlo. La música era efímera, pasaba cuando
pasaba, y después se iba, se evaporaba en el éter. Eso
después empezó a cambiar, después nosotros de repente nos dimos cuenta, “oye, toda esta música, todo esto
que hemos hecho no queda en ningún documento”, y ahí
se nos ocurrió ir a grabar a un estudio.
En esa época nosotros estábamos tan seguros de lo
Gabriel, Claudio, Eduardo, Gato y Mario ensayando en la casa de calle Viana, Viña del Mar.
Fotografía original de Francisco Rivera Scott.