do ese sonido, golpeábamos, qué sé yo, cualquier cosa;
unas latas, piedras. Al piano le rascábamos las cuerdas
adentro. Todo un período que yo lo siento ahora como
un olvidarse, romper con todo y volver al primitivismo, a
la edad de piedra y descubrir de nuevo los sonidos, y de
los sonidos descubrir una música. Eso fue como lo que
nos pasó. No fue premeditado. Era lo que nosotros sentíamos, una necesidad.
Gabriel. Fotografía original de Francisco Rivera
Scott.
Eduardo: Recién en esos años comienzan a llegar estudiantes de Santiago a Viña y Valparaíso, especialmente
a la escuela de cine, que no existía en Santiago y casi
todos los famosos estaban de profesores en ese tiempo y la Escuela de Arquitectura de la Católica, a la que
le llamaban “La Escuela de los Genios”. Llegaban todos
los más o menos billetones de Santiago a estudiar ahí.
Justamente con ellos nosotros nos relacionamos, porque
como nosotros andábamos ya en la onda esa, ellos eran
igual. Tenían un proyecto, “Amereida” se llamaba; habían
inventado la ciudad libre, entonces tenían toda una historia nada que ver con la sociedad de Chile digamos. Y
nosotros que andábamos más o menos en la misma sensibilidad, no nos costó mucho enganchar y participamos
en muchos actos, y eran actos poéticos, no me acuerdo
cómo los llamaban.
Ya estábamos metidos en la cuestión Jaivas, ya éramos “Jesucristo”. Nos había crecido el pelo y ya estaba
la onda hippie en Santiago. Esa onda, de ahí empezó la
aventura realmente, cuando nosotros nos vinimos a Santiago, ya en ese momento nosotros sabíamos que no
íbamos a tranzar así como así no más, y que íbamos a
ser músicos, y que nos íbamos a entregar por enteros a