como cantante. Salía adelante y agarraba el micrófono
con la mano y empezaba a cantar. Y El Ídolo era seguido por toda la gente, porque se cachaba que era como
show. Entonces El Ídolo lo que hacía era que tenía una
actitud de ídolo. Cantaba, y cantaba en un idioma que
nadie entendía nada, pero era así como “Guolongio”, y
sacaba una voz ronca y hacía gesticulaciones. Ahí inventamos unos temas, unos temas para El Ídolo, que eran
como tres temas, que no eran como los ritmos que tocábamos, no eran ritmos tropicales, tampoco era rock,
no sé, eran ritmos diferentes. Pueden haber sido fusión,
una cosa así.
Llegamos a tener unos temas, ya los últimos temas,
de la última época, antes de cambiar, que fue en un momento que yo creo de cambio. Hicimos unos temas, uno
se llamaba “Tema para una destrucción”, que era cuando habíamos importado los instrumentos japoneses que
sonaban súper fuerte. Teníamos un órgano y este amplificador que era como una muralla, entonces tocábamos
todas las teclas del órgano y sonaba “Grrrroooo” y empezaba a vibrar la cuestión, y vibraban los vidrios. “Tema
para una destrucción” era un tema medio apocalíptico.
No decía nada, decía así como que todo el mundo va a
caer en destrucción y qué sé yo, y era con unos ruidos
fuertes. Esta era como la última época ya. Ya estábamos
en un proceso de búsqueda, estrujando al máximo ese
grupo que ya a todos nos tenía medios hastiados.
El 68 fue cuando Gato se va. En esa época todo el
mundo viajaba a dedo, y el viaje típico era irse para el norte. La cosa era llegar en lo posible a Arica. Algunos llegaban a la Serena, otros llegaban hasta donde llegaban no
más. Siempre eran los camioneros los que los llevaban,
Gabriel tocando batería. Fotografía original de
archivo Los Jaivas.