Los Jaivas Testimonio y Marca 1 | Page 135

de la patria. Gabriela, por su parte, ya había abierto las herméticas puertas nacionales con su canto ceremonial, encantado, simple y rutinario. Su apego y amor a la tierra, al planeta, la convierten en una voz universal, una poesía que conmueve las fibras benévolas del Nóbel. Igual caso y todavía en mayor magnitud, la voz de Neruda se alza en el planeta y repleta de sabiduría y palabras hermosas y ciertas nuestra geografía. Macchu Picchu nos despierta definitivamente a la vida, al planeta, al universo, al cosmos. Por primera vez nos sentimos realmente chilenos, aflora, también, el orgullo nacional. En realidad había sido en Europa donde nos habíamos chilenizado de una vez por todas. Habiendo salido de Chile y pasando a la Argentina, al llegar a Europa éramos más sudamericanos, más latinoamericanos que propiamente chilenos. Un viento de latinoamericanidad invadía por esos tiempos al continente. No es casual la participación de Pajarito Canzani (uruguayo) como bajista. Él se encontraba en Buenos Aires justamente cuando nosotros hacíamos una pequeña temporada en una sala de Corrientes. Fue ahí que nos conocimos. De ese día hasta que se integra como bajista al grupo, pasa poco tiempo, quizá algunas semanas. Después vino Albertito Ledo (argentino) en el charango, flautas y voz. De esta manera al llegar a Europa, ya costaba bastante decir que éramos un grupo chileno. Sonaba raro y difícil de tragar para Albertito y Pajarito. De todas maneras fueron los propios europeos quienes se encargaron de chilenizarnos y hacernos definitivamente representantes de nuestro país. Simplemente nos abrieron los ojos cuando en contra respuesta a nuestra respuesta cuando nos preguntaban que de dónde éramos, nosotros respondíamos con presteza: Gato, Mario, Eduardo, Gabriel y Claudio. Fotografía original de archivo Los Jaivas.