retiraba del grupo, y se había ido, yo no sé si en esos
mismos días, o un mes después. No puede haber pasado
tanto tiempo, yo creo que Albertito Ledo incluso se había retirado antes, o en esos mismos días, pero Albertito
Ledo había dejado un legado musical para Los Jaivas. Y
ahí es donde se produce la magia.
Un día yo iba bajando la escala, yo vivía en el segundo
piso, y voy hacia la cocina, y Dominique, que en ese tiempo vivía con nosotros en esa casa me dice, porque él se
daba cuenta que yo era el único que no había escuchado,
“oye Eduardo, que Albertito Ledo dejó…”, incluso yo ni
sabía, era muy nuevo, pero todos lo habían escuchado.
Yo voy y hago lo que tenía que hacer y me meto a la sala
de la música, y Dominique me pone el tema. Y yo me
empiezo a morir de espanto, “ah que bonito. Que bonito”,
súper bonito, verdaderamente era bonito, “pucha Albertito que es buena onda”, y subo. Pero ya llevaba esto
dentro, ya lo llevaba adentro, porque pasó más o menos una semana, que es como el proceso artístico en el
cuerpo, tiene que digerir, y estoy en la más doméstica de
todas, haciendo la cama, estoy haciendo la cama, como
siete días después de esa anécdota, y tiro la sábana de
abajo, la tiro y me pasa un aire, el aire de cuando tiras la
sábana, y ahí se produce el milagro verdadero; “Del aire
al aire”, ese tema es “Del aire al aire”. Bajo corriendo,
como en las películas norteamericanas, bajo corriendo
la escala y le digo a Dominique “Dominique pon el tema,
ponlo”, y lo empiezo a escuchar ya con lágrimas en los
ojos, porque me daba cuenta de que se había producido algo indescriptible e inaudito. Me voy pieza por pieza
golpeando, después, y diciendo “reunión en la sala de la
música en media hora más”, “¿y por qué?”, “no, porque
Gato, Eduardo, Gabriel, Claudio y Mario en las
ruinas de Maccu Picchu. Fotografía original de
archivo Los Jaivas.