Eduardo, Gato, Mario y Gabriel en Con-Con.
Fotografía original de Francisco Rivera Scott.
y esa voladera que venía de niños, que al principio eran
juegos y después, poco a poco, fue como armándose
algo, aquí salió y salió en público.
En esa época yo no escuchaba nada de música moderna de la época. Me acuerdo haber escuchado la cumbia, la bossa nova. Mucha música clásica. A veces jazz,
como las variantes más nuevas del jazz. Y de la música
clásica me gustaba, y nos gustaba a todos, la contemporánea, del siglo veinte, que ahora ya es música antigua,
clásica, pero en ese tiempo, por ejemplo, escuchábamos
Stravinski. Esas cosas eran lo que más nos gustaba.
Pero de lo que era el rock, o sea, de lo que pudo haber
sido una influencia. No escuchábamos Los Beatles. Todo
el período de la beatlemanía, todo el mundo escuchaba
Los Beatles, nosotros, no tengo idea por qué razón, no
lo escuchábamos no más. No nos atrajo. Ya vinimos a escuchar Los Beatles cuando sacaron el Disco Blanco, uno
doble, porque unos amigos, santiaguinos que iban a Viña,
íbamos a la casa de ellos, y (ellos) lo tenían y lo tocaban
todo el tiempo. Ese disco recuerdo haberlo escuchado.
Pero después, cuando salió el tema “Hey Jude” hicimos
una versión nosotros. Una versión de “Hey Jude”, pero en
esa época, el 68, la última época de los High Bass.
Eduardo: Escuchábamos los discos que llegaban a Chile no por medio de los comerciantes, sino que traídos
por las familias, que de una u otra manera habían ido
a Europa. No faltaba que había un joven santiaguino de
unos 18 o 20 años, que venía llegando de Europa. Eran
escasos, escasísimos, pero no faltaban, entonces de ahí
venían con los discos. A final de cuentas, aquí en Santiago: en Providencia, Las Condes abajo y en Los Domíni-