los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 88

muestra su aversión a la bestialidad de la guerra, sea cual sea el combatien- te. Huye de la hueca grandilocuencia patriotera. Donde otros ven héroes según el bando, el ve dolor, mutilaciones, muerte. Otra plancha más de contundencia compositiva. Prácticamente en un mismo primer plano, a excepción de la figura que se tapa los ojos des- esperadamente, la masacre continúa. Sigue la concentración de cadáveres y heridos. Uno de ellos, parece una mujer, es levantado a hombros de unos compañeros. No queda claro si su intención es amontonarla en el grupo o transportarla a otro lugar. El paisaje ha desaparecido y con el cualquier referencia espacial. Observados con detenimiento los trazos con los que resuelve la es- cena vemos la facilidad aparente y calidad de extraordinario dibujante. Escorzos, posturas de lo más heterogéneo son trasladadas a la plancha con una sabiduría que sigue apabullando. Las líneas de las figuras son eficaces, limpias, firmes. Los rostros respiran angustia, dolor, esfuerzo. Las manos se muestran férreas o inanes según lo requiera. Los escorzos de los cuerpos se doblan según la postura en la que han sido abandonados. Las figuras que transportan el cuerpo de la mujer forman un grupo de una vitalidad dra- mática de enorme fuerza visual. Manos movimientos, gestos pies, son pro- ducto de una observación penetrante de lo que acontece en la naturaleza. En esta estampa como en tantísimas otras se pone en práctica esa máxima de Goya cuando afirmaba que era la observación de la naturaleza donde debía aprender el pintor. Él observa silenciosamente, capta y luego ejecuta, compone y sus composiciones las pone al servicio de una denuncia. 90