los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 86

aun cuando por la indumentaria parecen franceses. Es una composición abigarrada, donde cuatro soldados, se supone que alguno ellos con cono- cimientos de medicina, están intentando reparar las deficiencias físicas de combatientes para ponerlos otra vez en el disparadero. En un improvisado taller tratan de hacer la reparación de manera burda ante la precariedad de medios. Se afanan a ello sin ninguna evidencia de elementos quirúrgicos o médicos. A la sangrienta y dolorosa escena se une la angustiosa chapuza donde ni siquiera se ven vendas. Goya nos narra esa historia que va por abajo como un virus aña- dido. No solo es la brutalidad, no solo es la muerte, no solo es la violación y el odio, también son los heridos, los amputados, los mutilados para el resto de sus días. Esos mutilados que ofrecen su cuerpo a la diosa sinrazón de la guerra. Que de manera anónima son heridos y, apenas se puestos en pie, una vez mínimamente reparados, son de nuevo enviados, como objetos indo- lentes al combate, hacia la función que les han asignado. El soldado como pieza numeral, como objeto combatiente, sufriente, muriente. Decíamos que esta composición era abigarrada. Acentúa con ello la propia chapuza y brutalidad de la asistencia a los heridos. El resto de la escena da la sensación de arrepentimientos y dudas, como si en esas dudas no hubiera decidido cómo acabar el fondo. Pese a ello, el horizonte muestra de nuevo cuerpos muertos o heridos amontonados. Con todo, Goya no baja el listón de sus extraordinarias dotes de dibujante y sigue caminando en estas planchas por los senderos de las consecuencias de la guerra, lo que hoy llamamos como un eufemismo obsceno “daños colaterales”. 88