los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 68

la posición que presentan. Otra de las novedades es que quienes están rea- lizando la labor de ahorcamiento son claramente personajes populares, es decir, son individuos del pueblo y los ajusticiados también lo son. Da la sensación que es la justicia, o injusticia popular, quien está realizando los hechos. Ello nos lleva a sospechar que violencia tan brutal no puede deberse a mera casualidad, sino a posibles razones -o sinrazones- acusatorias hacia un grupo de paisanos traidores, colaboradores con el enemigo o delatores, que son castigados severísimamente por ello, y dado que se está en guerra, la condena es el ahorcamiento. El propio pueblo quien ejecuta a los “suyos”. La persona que está a punto de ser ejecutada se encoge sobre sí misma en una actitud de derrota final, su rostro abatido y triste está como ausente, pues sabe qué a sucederle en unos instantes; mientras, un fraile con la mira- da perdida parece increparle a su arrepentimiento. La figura del fraile in- troduce la presencia de la Iglesia y la religión en el conflicto. Esa presencia premonitora de un final inminente colabora a hacer más irónica, macabra e hipócrita, la situación límite del instante. El resto de la composición también introduce otros elementos nove- dosos, pues, tras el fraile, una figura arrodillada de espaldas parece recibir consuelo, tal vez de confesión o abrazo de despedida de otra persona y más allá, en un plano alejado. En nivel más bajo, unas masas parecer estar pre- sentes en el acto. Este elemento novedoso de la presencia de las masas, como espectadores del las ejecuciones, pudiera decirnos las ansias de venganza o de sentirse aliviados viendo como la justicia popular “premiaba” a los enemigos de sus propias filas. El hecho de que introduzca las lejanías pai- 70