los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 46
de la sola presencia de una mujer frente al cañón. La mujer una vez caídos
los combatientes toma la mecha para que el cañón siga disparando.
Esta obra es según mi parecer más teatral, más artificiosa, parece
como si Goya quisiera homenajear desde la distancia, pero resulta menos
convincente. Es más simbólica que veraz. Hay en ella la combinación del ro-
manticismo y del clasicismo. Un homenajear posturas que se hacen leyenda,
el arquetipo del personaje abnegado, tan alejado de las manifestaciones de
nuestras más nefastas cualidades que refleja la mayoría de la serie. Los ca-
dáveres se amontonan de manera con excesiva precisión para que la heroí-
na pueda subirse encima de ellos sin pudor. Sabe que su gesto necesita de la
colocación en alto y los utiliza para ello. Qué valor, qué desesperación, qué
sangre fría y todas las actitudes que pueden acudirnos a la mente incluso sin
quererlas, pues los seres humanos somos capaces de cosas, actitudes inima-
ginables, sobre todo cuando las circunstancias urgen a tomar determinacio-
nes tan arriesgadas como las que muestra. En cualquier caso es evidente, y
lo vamos comprobando, que de los siete primeros aguafuertes cuatro de ellos
tienen como protagonistas indiscutibles a la mujer, a las mujeres.
De nuevo Goya recurre a una composición espacial en la que no
pretende la certeza naturalista sino la representación simbólica. Una repre-
sentación simbólica en diagonal donde poder reseñar una actitud. La car-
ga expresionista queda fuera de la heroína, se concentra en los cadáveres
apiñados en el suelo. Ella tiene una actitud decidida y mira al enemigo. Un
enemigo que no se muestra, se da por hecho que está más allá de la escena.
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