los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 32
irrazonadas. Más que heroísmo vemos el motor de la furia alocada, de la
enajenación para defender la propia vida, que además está azuzada por
una sed irreprimible de defensa vengativa. Van a ser ejecutados con razón o
sin ella nos dice Goya, es decir, de cualquier manera es una acción brutal, un
grito de denuncia frente al hecho que siega la vida, que acumula la sombra
acerada de la muerte indiscriminada ejercida desde el anonimato de solda-
dos en grupo. Sus movimientos están expresados con una habilidad y fuerza
que les confieren asombrosa vida, una fuerza vitalista que nos los hace creí-
bles. Nada está acartonado, la pasión y la visceralidad están en cada dibujo,
sobre todo en los gestos de los rostros, en las manos, en la fuerza y rabia con
la que afianzan sus armas: lanza y cuchillo. La figura de la izquierda, es un
ejemplo, sangra, y arremete brutalmente su furia herida.
Tras estas figuras principales, animales, personas y pertrechos se
esbozan con trazos nerviosos, violentos, rápidos. Goya tiene una nueva ma-
nera de encarar el grabado, la misma actitud que al dibujarlos, pero el
arañazo en la plancha lo explicita más.
La composición es compacta y en ella ya nos da pruebas de todo
cuanto presagiaba la primera. Un enfrentamiento entre la fuerza anónima
de la milicia de espaldas y la presencia personalizada de las figuras po-
pulares. Es la consabida irresponsabilidad del militar frente a la masacre,
en contraposición a la individualización del muerto que tiene cara, rostro
ensangrentado, nombre, representado en las figuras de los dos hombres del
pueblo. No es una lucha regular entre ejércitos, sino una lucha desigual:
pueblo semi indefenso agredido contra militares bien pertrechados.
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