los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 238

permanentemente vuelve en su obra. En su silencio reflexiona, medita, ahonda en nuestras acciones y saca una lección de inteligencia y comprensión radical que le hace ser y sen- tir escéptico. Sabe del sufrimiento que le producen unos dirigentes nefastos y corruptos que, capitaneados por la Iglesia, fomentan supercherías y además ha visto junto a él, lacerando su ánimo, la brutalidad de una guerra. Pese a todo, en un arrebato de ilusionado quiere acabar la serie, con una escena que es más una declaración de intenciones, un deseo ferviente, que una rea- lidad para nada cercana. Para ello compone a la Verdad resucitada (vestigios cristianos-ro- mánticos), que ata- viada con ricas vestimentas muestra sus pechos desnu- dos (símbolo de amamanta- miento y fuente de vida, la mujer utilizada de manera conservadora con tintes machistas para encarnar fines positivos), acompañado de un hombre de luengas barbas con azada (símbolo del pe- renne trabajo humano, capaz de engendrar prosperidad). Junto a esa pa- reja el fruto de esa unión: una cesta con frutos, una oveja cubierta de lana y revoloteando miles de abejas que fabricarán dulce miel. Todo un alegato sobre la unión del Trabajo y la Verdad para producir Felicidad humana. El ideario de los liberales de los que se siente parte. Un ideario que resplandece fulgurante tras la figura femenina. Parece que Goya quiere terminar con un último aliento de esperan- za que contrarreste la primera plancha que comenzó con la sabiduría de 240