los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 226

además aprovecha para seguir su indagación crítica sobre los causantes de que una vez acabada todo siga igual. Monarquía absolutista e Iglesia oscurantista en perfecta simbiosis y apoyándose mutuamente. Parece ser que en el dibujo preparatorio la figura del eclesiástico era la representación directa del Pontífice con tiara incluida. Tal vez no se atrevió a tanto y hubo de buscar un elemento menos radical a la hora de realizar el grabado. Ello también nos da la dimensión humana de Goya. No es un mártir, ni un héroe. Es un hombre valiente que tiene miedo y está indignado ante la posición de la Iglesia en su connivencia con el poder po- lítico. Un miedo que trata de vencer con honestidad. Por ello, en este caso, su crítica se centra en esa posición imprecisa que en tantas ocasiones define al Papa y por extensión a la Iglesia: nadar y guardar la ropa. Un estar en la cuerda floja. Nunca acabamos de saber si por fin se va a caer o sus equili- brios de malabarista le harán permanecer en las alturas del Circo. Es lo que representa el grabado, ese frágil equilibrio en una cuerda con nudos y a punto de romperse del eclesiástico, mientras el pueblo perma- nece expectante, unos con asombro, otros divertidos, algunos con preocu- pación incluso señalan la parte de la cuerda que parece estar a punto de ceder. Como en algunas de las inmediatamente anteriores de los caprichos enfáticos, la composición se apoya en un elemento central sobre el que recae la importancia visual, al dotarla de un espacio contundente en relación al resto. 228