los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 218
Tal vez a Goya le duela ver a los eclesiásticos, que representan a la
Iglesia subordina- dos al poder zorruno de Fernando VII. Es un hombre
liberal y sabe que la connivencia de la Iglesia con el Poder es nefasta. Su fe
religiosa (no tenemos ningún dato que permita hablar de agnosticismo) se
siente herida al ver a religiosos escandalosamente sometidos al poder real.
Por lo que, si unimos el epígrafe de la plancha con el texto que escribe el
zorro, tendríamos que lo peor es que también la humanidad mísera, la so-
ciedad sea quien tenga la culpa. De qué. De una guerra que no ha servido
nada más que para el odio y la muerte y que trae, de nuevo, la alianza del
zorro (poder absolutista) y el eclesiástico. La tiranía y la Iglesia culpables
de fomentar ignorancia y obediencia irracionales a una fe ciega.
El fondo, compuesto con la consabida diagonal, solamente el hombre
con harapos que además está con las manos atadas, parece revelarse con un
grito frente a todo cuanto sucede. Es una probable manera de decirnos que
solo el reo miserable, o miserable y reo, es capaz de gritar, de mostrar su
disconformidad. El único que sabe en su desesperación que nada tiene que
perder. El resto parece aceptarlo con resignación.
La figura de la mujer, que cubre su cabeza con un manto, nos recuer-
da a la anciana del primer término de la peregrinación del Santo Oficio
que pitaría poco después en la Quinta del Sordo. Podríamos tener en ello
otra de las claves de la pintura. Ese pueblo idiotizado por la religión que
camina pesadamente en una continua columna peregrinante.
En este grabado resuelve el dibujo de manera nuevamente maestra.
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