los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 210

En otra clara alegoría política contra el régimen absolutista, Goya, crea una escena llena de inquietante movimiento, de angustiosa y horrible tensión. Junto a la figura principal, que devora y chupa ansiosa, se encuen- tran revoloteando otros murciélagos- vampiros que esperan su oportuni- dad. Hay por tanto un actor bestial y otros que esperan serlo. El rey y las demás estructuras que revolotean alrededor del Estado dispuestas, en cuan- to tengan oportunidad, a carroñear en el cuerpo del pueblo simbolizado en ese hombre derribado en el suelo. La escena nos trae a la memoria el terrible Saturno de las pinturas negras. Un déspota, en este caso el vampiro de ojos desorbitados, se abalan- za sobre su pueblo, su hija en la pintura de la Quinta, para devorarlo, para chuparle la sangre, para absorberle la vida, para succionarle el ser. Una es- cena tantas veces desgraciadamente de actualidad (en estos días regímenes crueles desde Arabia Saudí a Libia o entidades financieras transnacionales en el mundo desarrollado, como Grecia o España. Cuando escribo estas lí- neas los griegos luchan desesperadamente contra sus parlamentarios y los de la U.E. para que no les jodan la vida) donde se depreda y devoran ansias de libertad o condiciones económicas que permitan a las masas del mundo cubrir sus necesidades con arreglo a la capacidad tecnológica del siglo XXI. Compone la escena nuevamente de forma piramidal. En la medida que as- cendemos hacia el vértice, el espacio se puebla de otros vampiros, de esos seres siniestros en la semiótica de su obra. La dota de movimiento y vida inquietantes. Sabemos que esa presencia multitudinaria espera su ocasión. Una ocasión que les permita abalanzarse con la misma furia sobre el cuer- 212