los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 168
parte, en cualquier momento.
Otra de las cabezas en el centro de las que nos muestran su faz, mira
con los ojos abiertos de incredulidad, pero sin angustia. Solamente la mano
que aprieta una la figura del niño de espaldas, parece trasmitir consuelo,
ternura emocionada a través de la presión cómplice, solidaria. Tal vez se
trate de un familiar del difunto al que el adulto trata de dar protección y
consuelo.
Toda la escena respira un cierto conformismo No parecen sorpren-
didas, se acercan a certificar. No hay dolor, no hay drama, hay resignación,
aceptación serena, verificación contable. Una muerte más en ese goteo coti-
diano. Es esa aparente tranquilidad de aceptación la que sobrecoge, la que
nos parece decir, qué podemos hacer si no hay remedio.
Es una plancha de contención emocional, resuelta de manera sutil
y rigurosa. El clima como en tantas otras está compuesto en un espacio in-
determinado donde luz y sombra envuelven las figuras para crear el clima
emocional contenido, intenso, vibrante. Otra joya. Otra obra maestra del
maestro.
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