los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 15

17 Desde la marcha de Goya de la capital en 1824, las planchas per- manecieron en Madrid, en poder de su hijo Javier. En 1856 fueron ofrecidas al Estado por su propietario, Jaime Machén Casalins, y seis años más tarde eran adquiridas por la Academia de Bellas Artes de San Fernando. Para realizar la primera edición de la serie gran parte de las planchas fueron al- teradas, completando las líneas de encuadre de las escenas, bruñendo ara- ñazos e incluso añadiendo áreas de aguatinta (7) y retoques con punta seca (1, 77), buril (38) o aguafuerte (43, 57). Además la estampación se realizó si- guiendo el gusto de la época por los efectos de entrapado, procedimiento en el que se pasa una tela de muselina sobre la plancha ya entintada, dejando sobre la superficie cierta cantidad de tinta que provoca un entonado gene- ral muy suave. El resultado quedó muy alejado de la fuerza y luminosidad que pueden verse en las numerosas pruebas de estado que se conservan. El título da la serie fue también alterado, como hemos señalado, res- pecto al que había dado Goya en el ya mencionado álbum de Ceán Bermú- dez, del que sí se tomaron los títulos de las estampas. Solo se cambió el de la estampa 69, que de: Nada. Ello lo dice, desolador mensaje del esqueleto que se levanta de su tumba, pasó al más conformista: Nada. Ello dirá. De las ochenta y dos planchas grabadas por Goya únicamente se incluyeron las ochenta primeras, ya que las dos últimas no estaban en el lote adquirido por la Academia. Fueron descubiertas posteriormente por Paul Lefort e ingresaron en la Academia en 1870, aunque no se editaron hasta 1957. Todavía realizó Goya otra plancha más, de la que sólo se conocía el