los desastres de la guerra DESASTRES DE LA GUERRA - Goya- | Page 104

El populacho capaz de ensañarse en la violencia ciega, en la ven- ganza sádica; atan, arrastran, apalean con saña, incluso ensartan por el culo a una víctima indefensa. Participan hombre y mujer. Mientras, el pue- blo asiste entre pasivo y complaciente. Sola- mente una mujer a la derecha parece apiadarse y orar con sus manos enlazadas. También la de la izquier- da, más abocetada, contiene su grito de rechazo llevándose las manos a la boca. Lo demás es la más pura denuncia de la frialdad y el embrutecimiento a los que podemos llegar. Pocas veces se ha mostrado más brutalidad en la plástica, si además unimos esta escena a toda la serie nos damos cuenta que Goya fustiga la animalidad (humanidad en el peor sentido debería decir) de los dos bandos en una reflexión que alcanza valor universal. La composición vuelve al triángulo que forman los tres personajes principales, con los que la escena habría tenido un impacto visual con la misma fuerza, pero en este caso opta por colocarnos al pueblo asistiendo y asintiendo complaciente, sin gestos claros de rechazo o de horror. Es su manera de comunicarnos cómo la degradación moral nos alcanza a todos. Por otro lado el vitalismo que denota la escena hace más lacerante los hechos, parece que sentimos la rabia frenética de la mujer golpeando con saña y el odio violento y vengativo del hombre que capaz de semejante acción en una víctima atada e indefensa, con el morbo añadido de la ex- pectación popular. Qué terrible escena! Los daños colaterales que engendra la guerra, no solamente son las secuelas físicas sino las enormes heridas y pústulas morales que nos quedan modelando nuestra sique. 106