EL RINCÓN DE LAURA
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LA OPINIÓN
Es lamentable que en pleno siglo XXI todavía existan miles de niños y niñas que son utilizados tanto por las fuerzas armadas como por conflictos armados.
Pero… ¿dónde quedan los derechos humanos o los derechos de los niños? En mi opinión, esos derechos que se aprobaron en 1948 y 1979 han quedado muy olvidados.
Los niños y niñas tienen derecho a la protección durante los conflictos armados y no a participar en ellos como ocurre en países como República Democrática del Congo, Sri Lanka, Filipinas o Uganda. Los niños tienen derecho a la paz mundial, a jugar y a la libertad; y ninguno de estos derechos tiene implícito el tema de la guerra.
También tienen derecho a una familia, y es ésta quien debe encargarse de que el niño no se aliste en guerras, en algunas ocasiones no quedará otra alternativa, pero ante todo es un hijo o una hija, que dicha familia debe proteger por encima de todo.
Los niños tienen derecho a una educación, a asistir a un colegio, en el cual se debería informar a los niños sobre las consecuencias de la guerra, ya que muchos niños ven la guerra y todo lo relacionado con ella, como un simple
juego o una película de ficción (tal y como nos narra en sus confesiones el niño soldado, Lucien Badjoko), ya que a veces los mayores culpables somos los adultos: ¿hay algún niño que no tenga un arma de juguete?, ¿cuántos niños que tienen videoconsola tienen videojuegos relacionados con la guerra o con la lucha?...
Por otro lado, estamos menos acostumbrados a ver a las niñas jugar con armas, pero esto no quiere decir que en su infancia no existan esta clase de juegos. Sin embargo, haciendo hincapié en esta noticia, las niñas son utilizadas tanto para la guerra como para las tareas domésticas, y lo que es todavía peor, son usadas como objetos sexuales. Estas niñas están expuestas tanto a la muerte como a padecer enfermedades de transmisión sexual, gracias a miles de hombres sin corazón que también han olvidado los derechos de los niños y solo buscan complacerse a ellos mismos sin pensar el sufrimiento tanto físico como psicológico que esta provocando en una niña, que tendrá que vivir con esa experiencia durante toda su vida, eso si, si gracias a la guerra puede vivir para contarlo.
Laura Fernández Calvo