Titanoboa cerrejonensis es una especie extinta de serpiente de la familia de los boidos, que vivió en el Paleoceno en Sudamérica entre hace 60 y 58 millones de años.1 Es la serpiente más grande encontrada hasta la actualidad, superando a la anterior poseedora del título, Gigantophis.
El tamaño del reptil es muy importante, ya que la dimensión de las serpientes, como animales de sangre fría, dependen de la temperatura de su hábitat. Por su tamaño, Titanoboa necesitó una temperatura media anual de entre 30 y 34 grados centígrados para sobrevivir, 6 grados más de la temperatura media actual en la ciudad de Cartagena, que es de 28 grados.5 Estos datos pondrían en entredicho la idea de que la vegetación tropical podría desaparecer a temperaturas más elevadas.2 3
Sin embargo, otros investigadores consideran errónea la estimación anterior. Por ejemplo, un estudio de 2009 publicado en la revista Nature aplicó el modelo matemático usado en el estudio de Head et al. para lagartos extintos de la zona templada de Australia prediciendo que los lagartos que actualmente viven en las áreas tropicales deberían ser capaces de alcanzar los 10 metros de largo, el cual obviamente no es el caso.6
En otra crítica publicada en la misma revista, Mark Denny, un especialista en biomecánica, señaló que la serpiente era tan grande y produciría tanto calor metabólico que la temperatura ambiental en realidad debió de ser entre cuatro a seis grados más fría que la estimación anterior, o de otro modo la serpiente se sobrecalentaría.