Lo escribo en español porque es el idioma en el que nos conocimos. Lo escribo en español porque nuestras noches de confianzas entre las sávanas húmedas siempre se han teñido de la luna de España. No supe como aceptar los te quiero que me deciste, no supe como enfrentarme a la posibilidad de ser amada porque quizás siempre pensé que no lo merecía. Quizás tenga razón. Si no eres capaz de aceptar los sentimientos de los demás, igual no te los mereces. Pero quiero que sepas que no siempre he sido así. He soñado contigo en estas semanas de agosto, he soñado de llevarte en los lugares de mi infancia y hacerte pisar el suelo dónde me construí como ser humano. He pensado en hacerte comer los platos de mi tierra enseñandote como el alma de mi país pasa sobretodo a través de ellos. De como la puedes saborear, el alma, allí. He pasado las horas en coche, mirando por la ventanilla, a las montañas, pensando de poder compartir estas vistas contigo. Lo siento, pero no estoy madura para esto. Todavía estoy recogiendo los pedazos de mi corazón que ya se quebró, se rompió hace tiempo. Mi corazón ya no acepta el cariño. Pero, lo se, no será así para siempre. Necesitaré un tiempo, tu no me esperarás, pero así es la vida. Quizás volveremos a vernos, quizás un día de esta semana te asomarás a mi ventana y me llevarás flores o la poesía. Quizás jamás volveré a verte. Esta ciudad nos ha unido con un hilo de destino, es rojo, lo puedo ver. Quizás sea como el hilo de Arianna, nos llevará a casa. Quizás el minotauro se comerá nuestros cuerpos antes. Me gustaría ser capaz de haberte dicho estas cosas, pero no soy buena con las palabras, o por lo menos, no soy buena en contestar así de rápido, necesito siempre piensar en las cosas, procesarlas, machacarlas, mascarlas y solo después soy capaz de escupir un sentimiento. Ahora le veo un sentido a lo que dices, empatizo con tu querer, aunque siga oliendome a mentira.
Pero cuándo una mentira es tan bonita, ¿como no te la vas a tragar, así, de gusto?
En realidad, es esto lo que me asusta: tragarme la mentira, digerirla como si fuera verdad. Soñar contigo y luego ser desilusionada. Aunque sea la vida, me duele. Y ahora no tengo la fuerza para escuchar a mi dolor, no estoy preparada para enfrentarme a esto.
Te dije que había plantado tu recuerdo bien hondo en la tierra de mi alma. Pues, es la verdad. Está allí y crece. Crece como mi planta de menta, crece y se hace más fuerte. Lo malo, es que no tengo el agua para darle de beber. No tengo más agua. La que tengo es para mi.
Me gustaría que fueras más invasivo, me gustaria que fueras un invasor, pero no lo eres. Gracias por respetar mi corazón. Gracias por mirar en mis ojos y ver la belleza. Gracias por mirar mi cuerpo y regalarle un beso. Gracias por hundirte en mi pelo, en mis brazos, en mis abrazos y por no ser distante en la cercanía. Gracias por los desayunos en el balcón, y gracias por no dejarme llevar con lo que hemos tenido, no era mi hora para flotar en algo que en realidad no se pegaba a lo que quería. Lo entendiste tu mejor que yo. Lo entendiste tu, antes que yo.
Gracias por la musica y gracias también por el vaso que de verde se vuelve azúl, solo porque lo quieres. Gracias por teñirme de ilusión, por llevarme el café; yo te llevé la poesía.
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