Le hubiera gustado escribir algo que no hablase del amor, pero luego de darle vueltas y vueltas al asunto entendió que era imposible porque en realidad no habia ninguna otra cosa de la que se podría hablar en este mundo.
Sobre la mesa de la habitación ahún había platos de la cena de anoche, ropa por todos lados, en el suelo, en los sillones, en la escalera.
Eran ya las doce de la noche y llevaba sentada frente a la ventana más de dos horas, mirando la obscuridad de un patio interno que solo expulsaba olores de fritura y voces lejanas.
Le gusta mirar la nada,el infinito de la no lúz. Le gusta también entrelazar las voces que oye y formar posibles diálogos entre desconocidos, montarles una historia en común, imaginar que sin conocerse están construyendo algo que ni siquiera sueñan. Piensa en aquella charla unas noches atrás entre copas de whiskey y cigarrillos, donde entendió que el único rastro que nos queda por seguir es el del amor.
Que es la única fé creíble.
El único milímentro de lúz en la infinidad del grito que desgarra.
Que sin amor, nada.
Que sin amor, nada.
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Le hubiera gustado escribir algo que no hablase del amor, pero luego de darle vueltas y vueltas al asunto entendió que era imposible porque en realidad no habia ninguna otra cosa de la que se podría hablar en este mundo.
Sobre la mesa de la habitación aún había platos de la cena de anoche, ropa por todos lados, en el suelo, en los sillones, en la escalera.
Eran ya las doce de la noche y llevaba sentada frente a la ventana más de dos horas, mirando la obscuridad de un patio interno que solo expulsaba olores de fritura y voces lejanas.
Le gusta mirar la nada, el infinito de la no lúz.Le gusta también entrelazar las voces que oye y formar posibles diálogos entre desconocidos, montarles una historia en común, imaginar que sin conocerse están construyendo algo que ni siquiera sueñan. Piensa en aquella charla unas noches atrás entre copas de whiskey y cigarrillos, donde entendió que el único rastro que nos queda por seguir es el del amor.
Que es la única fé creíble.
El único milímentro de lúz en la infinidad del grito que desgarra.
Que sin amor, nada.
Que sin amor, nada.