LLIU YAWAR / MAYO 2012 / AÑO I N° 01
Mucho antes de que la ciencia existiera, la especie humana ya estaba preguntándose sobre el origen de todo lo que
nos rodea. Así, las culturas que existieron
y existen en nuestro planeta, con una poderosa combinación de imaginación y especulación, construyeron su versión particular de su propia creación y el origen de
las cosas.
De hecho se han escritos muchos libros compilando estas versiones particulares. Si estos relatos se ordenarían cronológica y geográficamente tendríamos un
espectro complejo de diferentes versiones
del origen de todo lo que existe a nuestro
alrededor y por extensión del mismo universo. Tendríamos todas las versiones de
la creación y origen de nuestro universo,
desde los chamanes y sacerdotes hasta los
científicos.
Los relatos egipcios, por ejemplo,
cuentan que Ra (creador y regidor del universo) que apareció sobre la superficie del
océano, dio origen a Shu (Aire), Geb (Tierra), Tefnet (Humedad) y a Nut (Astros).
En la Teogonía de Hesíodo, tenemos la
versión griega, ahí se cuenta que del Caos
(vacío profundo), nacieron Érebo (Infierno)
y la negra Nix (Noche), de ella, surgieron
Hémera (Día) y Éter (Luz). Después vino
Gaya o Gea (Tierra), que primeramente dio a luz a un ser igual a ella, Urano
(Cielo), capaz de cubrirla toda entera y de
ofrecer un asiento seguro a los felices dioses. Los chinos hablan de un creador llamado Shang Di (el Señor en las Alturas).
En el medio oriente conservan ‘Escrituras
reveladas’ por un creador, que son el manual para sus vidas. En el Corán (Lectura
Recitada) de los islámicos se cuenta como
Alá creo todo en el tiempo cero, y en la Biblia de los cristianos en el libro Génesis
(Origen o principio de una cosa) se cuenta
como Dios creó todo en 7 días.
Por su parte el Nuevo Mundo no tie-
ne nada que envidiarle a los otros relatos, los pueblos originarios del cont [