Literatura BDSM El Límite del Placer ( Eve Berlín ) | Page 102

Ella miró esos penetrantes ojos azules. —Estoy aquí. Él entrecerró los ojos, estudiándola. —Sí, ahora sí. Mucho mejor. Él bajó la mano, retrocedió un poco y ella pensó que le diría que se desnudara, como hizo la última vez. El corazón le martilleaba y sentía una oleada de nerviosismo ante la expectativa y el esfuerzo por no pensar en nada y resistirse a diseccionar lo que estaba pasando. Sin decir nada, se acercó a ella y empezó a desnudarla suavemente y muy despacio; ella temblaba al notar sus manos. Su mente empezaba a ponerse en blanco; no podía hacer nada al respecto. No recordaba qué era lo que había estado intentando discernir momentos antes. Él le pasó las manos por los brazos al bajarle la blusa por los hombros. —Tienes una piel preciosa. Me encanta su palidez. Y tienes unas pequitas por aquí… son como una dulce sorpresa. Le pasó los dedos por el hombro y el placer la recorrió como si fuera una corriente que le electrizaba las venas. ¡Y eso que solamente le tocaba un hombro! La ayudó a descalzarle los zapatos negros de tacón y luego le desabrochó los pantalones y se los bajó por las caderas. Se quedó sin nada salvo su sostén y las braguitas de encaje blanco. Se quedó sin nada salvo el poder de su deseo. —Ah, me encanta que lleves puestas estas cosas tan inocentes para verme. El encaje queda precioso en tu piel, pero tendré que quitártelo también. Ya lo esperaba pero le chocó de todas formas. Se quedó paralizada. —Venga, Dylan. Ya te he tocado por todo el cuerpo. Y es un cuerpo estupendo. No me creo que te dé apuro que lo vea. —No lo tengo. —Entonces, ¿a qué viene ese rubor? Pero no me importa, ¿eh? Solo es curiosidad. —Es que… no sé… me noto sin aire. Como si no supiera qué esperar, aunque ya lo sé, hasta cierto punto, claro. —Tienes que deshacerte de eso, de las expectativas. Eso forma parte de ceder el control.