Juan Abreu
Diosa
De: [email protected]
Para: [email protected]
Enviado: Domingo, diciembre 22, 2002, 11:23
Maestro, lo depravado de su encomienda me ha hecho dudar.
A mí, que pensé que ya no albergaba dudas, que sería capaz de
obedecer sin titubear cualquier orden de mi Maestro...
He vivido días turbulentos. Acosada por la incertidumbre.
La batalla ha sido dura.
Amo, sabiamente, se ha abstenido de opinar al respecto.
Maestro Yuko, esta Sumisa ha descubierto que tiene límites.
Pero ¿no es eso precisamente lo que desea mi querido
entrenador, que descubra esos límites y los borre?
He experimentado, hasta hoy, una fuerte resistencia a cumplir
su orden.
Tal vez por eso es tan importante cumplirla.
En cierto momento, estuve a punto de escribir un mensaje
solicitando un cambio de tarea.
Pero me contuve a tiempo.
Obedeceré.
¿Pintar a la acuarela?
Por supuesto, lo haré. Pero jamás, por favor, pida usted ver los
resultados. Me moriría de vergüenza. Amo se ha divertido mucho al
conocer su orden.
Maestro, anoche tuve un sueño de sumisión. Muy vivido y
extremadamente perverso. Consistió en una sucesión de escenas:
Escena 1: Estamos de visita en casa de un amigo, T., que vive
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