Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 86
—Ya te lo he contado.
—No, no me lo has contado. Hay algo más. Ayer no me insististe para que
fuera a tu casa. Así que… ¿qué ha pasado?
Se remueve, incómodo.
—¡Christian! ¡Dímelo! —exijo.
—Ayer consiguió que le dieran un permiso de armas.
Oh, Dios. Le miro fijamente, parpadeo y, en cuanto asimilo la noticia, noto
que la sangre deja de circular por mis mejillas. Siento que podría desmayarme. ¿Y si
quiere matarle? ¡No!
—Eso solo significa que puede comprarse un arma —musito.
—Ana —dice con un tono de enorme preocupación. Apoya las manos en
mis hombros y me atrae hacia él—. No creo que haga ninguna tontería, pero…
simplemente no quiero que corras el riesgo.
—Yo no… pero ¿y tú? —murmuro.
Me mira con el ceño fruncido. Le rodeo con los brazos, le abrazo fuerte y
apoyo la cara en su pecho. No parece que le importe.
—Vamos a tu casa —susurra.
Se inclina, me besa el cabello, y ya está. Mi furia ha desaparecido por
completo, pero no está olvidada. Se disipa ante la amenaza de que pueda pasarle algo
a Christian. La sola idea me resulta insoportable.
***
Una vez en casa, preparo con cara seria una maleta pequeña, y meto en mi
mochila el Mac, la BlackBerry, el iPad y el globo del Charlie Tango.
—¿El Charlie Tango también viene? —pregunta Christian.
Asiento y me dedica una sonrisita indulgente.
—Ethan vuelve el martes —musito.
—¿Ethan?
—El hermano de Kate. Se quedará aquí hasta que encuent re algo en Seattle.
Christian me mira impasible, pero capto la frialdad que asoma en sus ojos.
—Bueno, entonces está bien que te vengas conmigo. Así él tendrá más
espacio —dice tranquilamente.
—No sé si tiene llaves. Tendré que volver cuando llegue.
Christian no dice nada.
—Ya está todo.
Coge mi maleta y nos dirigimos hacia la puerta. Mientras nos encaminamos
a la parte de atrás del edificio para acceder al aparcamiento, noto que no dejo de mirar
por encima del hombro. No sé si me he vuelto paranoica o si realmente alguien me
vigila. Christian abre la puerta del copiloto del Audi y me mira, expectante.
—¿Vas a entrar? —pregunta.
—Creía que conduciría yo.