Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Page 301
V hacia la fotocopiadora —en la que, naturalmente, el papel está atascado—, y en
oy
cuanto la arreglo, descubro que se ha terminado el papel. Hoy no es mi día.
Cuando por fin vuelvo a mi mesa y empiezo a ensobrar, suena la
BlackBerry. A través del cristal de su despacho, veo que Jack está al teléfono.
Contesto. Es Ethan.
—Hola, Ana. ¿Cómo fue anoche?
Anoche… Me viene a la mente una rápida secuencia de imágenes: Christian
arrodillado, su confesión, su proposición, los macarrones con queso, mis lágrimas, su
pesadilla, el sexo, tocarle…
—Eh… bien —murmuro de forma poco convincente.
Ethan se queda callado, y al final decide pasar por alto mi evasiva.
—Estupendo. ¿Puedo ir a recoger las llaves?
—Claro.
—Pasaré por ahí dentro de media hora. ¿Tendrás tiempo para un café?
—Hoy no. He llegado tarde y mi jefe está furioso como un oso al que le
hubiera picado una ortiga el culo.
—Suena mal.
—Suena fatal —digo soltando una risita.
Ethan se ríe y me alegra un poco el ánimo
—Vale, nos vemos a las tres.
Y cuelga.
Levanto la vista y Jack me está mirando. Maldita sea. Le ignoro a
conciencia y sigo ensobrando.
Al cabo de media hora suena el teléfono de mi mesa. Es Claire.
—Ha vuelto. Está aquí, en recepción. El dios rubio.
Después de toda la angustia que pasé ayer y del día que el malhumorado de
mi jefe me está haciendo pasar, es una alegría ver a Ethan, aunque enseguida tenemos
que despedirnos.
—¿Nos veremos esta noche?
—Seguramente me quedaré con Christian.
Me ruborizo.
—Estás muy pillada, ¿eh? —comenta Ethan con cariño.
Me encojo de hombros. Si solo fuera eso… Y en ese momento me doy
cuenta de que no solo estoy muy pillada: estoy pillada de por vida. Y lo más
extraordinario es que Christian parece sentir lo mismo. Ethan me da un breve abrazo.
—Hasta luego, Ana.
Vuelvo a mi mesa, intentando digerir lo que acabo de descubrir. Oh, lo que
daría por pasar un día sola para pensar en todo esto.
De pronto Jack aparece ante mí.
—¿Dónde has estado?