Literatura BDSM Cincuenta sombras más oscuras | Seite 270

por otro tipo. Y al cabo de un par de semanas o así, ese tipo murió en un accidente de coche. Y ahora ha vuelto para perseguir a Christian. Me encojo de hombros. Ya está, no he revelado demasiado. —¿Perseguir a Christian? —Tenía una pistola. —¡Hostia! —De hecho no amenazó a nadie con ella. Creo que pretendía dispararse a sí misma. Pero por eso yo estaba tan preocupada por ti. No sabía si estabas en el apartamento. —Ya. Por lo que dices, esa mujer no está bien. —No, no está bien. —¿Y ahora qué está haciendo Christian con ella? Palidezco de golpe y noto que la bilis me sube a la garganta. —No lo sé —susurro. Ethan abre los ojos como platos… por fin lo ha entendido. Esto es lo que me angustia. ¿Qué diablos están haciendo? Hablar, espero. Solo hablar. Pero lo único que visualizo mentalmente es su mano, acariciando tiernamente el pelo de ella. Leila está trastornada y él se preocupa por ella; eso es todo, intento racionalizar. Pero, en el fondo de mi mente, mi subconsciente mueve la cabeza con tristeza. Es más que eso. Leila era capaz de satisfacer sus necesidades de una forma que yo no puedo. La idea resulta terriblemente deprimente. Intento centrarme en todo lo que hemos hecho estos últimos días: en su declaración de amor, sus divertidos coqueteos, su alegría. Pero las palabras de Elena vuelven para burlarse de mí. Es verdad lo que dicen sobre los fisgones. «¿No echas de menos… tu cuarto de juegos?» Me termino la cerveza en un tiempo récord, y Ethan me pasa otra. No soy muy buena compañía esta noche, pero aun así él se queda conmigo charlando e intentando levantarme el ánimo, y me habla de Barbados y de las payasadas de Kate y Elliot, lo cual es una maravillosa distracción. Pero solo es eso… una distracción. Mi mente, mi corazón, mi alma siguen todavía en ese apartamento con mi Cincuenta Sombras y la mujer que había sido su sumisa. Una mujer que cree que todavía le ama. Una mujer que se parece a mí. Mientras nos bebemos la tercera cerveza, un enorme vehículo con los vidrios ahumados aparca junto al Audi delante del edificio. Reconozco al doctor Flynn, que baja acompañado de una mujer vestida con una especie de bata azul claro. Atisbo a Taylor, que les hace entrar por la puerta principal. —¿Quién es ese? —pregunta Ethan. —Es el doctor Flynn. Christian le conoce.