Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 97

—Implica que no puedes contar nada de lo que suceda entre nosotros. Nada a nadie. Lo observo sin dar crédito. Mierda. Tiene que ser malo, malo de verdad, y ahora tengo mucha curiosidad por saber de qué se trata. —De acuerdo, lo firmaré. Me tiende un bolígrafo. —¿Ni siquiera vas a leerlo? —No. Frunce el ceño. —Anastasia, siempre deberías leer todo lo que firmas —me riñe. —Christian, lo que no entiendes es que en ningún caso hablaría de nosotros con nadie. Ni siquiera con Kate. Así que lo mismo da si firmo un acuerdo o no. Si es tan importante para ti o para tu abogado… con el que es obvio que hablas de mí, de acuerdo. Lo firmaré. Me observa fijamente y asiente muy serio. —Buena puntualización, señorita Steele. Firmo con gesto grandilocuente las dos copias y le devuelvo una. Doblo la otra, me la meto en el bolso y doy un largo sorbo de vino. Parezco mucho más valiente de lo que en realidad me siento. —¿Quiere decir eso que vas a hacerme el amor esta noche, Christian? ¡Maldita sea! ¿Acabo de decir eso? Abre ligeramente la boca, pero enseguida se recompone. —No, Anastasia, no quiere decir eso. En primer lugar, yo no hago el amor. Yo follo… duro. En segundo lugar, tenemos mucho más papeleo que arreglar. Y en tercer lugar, todavía no sabes de lo que se trata. Todavía podrías salir corriendo. Ven, quiero mostrarte mi cuarto de juegos. Me quedo boquiabierta. ¡Follo duro! Madre mía. Suena de lo más excitante. Pero ¿por qué vamos a ver un cuarto de juegos? Estoy perpleja. —¿Quieres jugar con la Xbox? —le pregunto. Se ríe a carcajadas. —No, Anastasia, ni a la Xbox ni a la PlayStation. Ven. Se levanta y me tiende la mano. Dejo que me lleve de nuevo al pasillo. A la derecha de la puerta doble por la que entramos hay otra puerta que da a una