Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 46

Lo miro y me dedica una sonrisa alentadora, aunque irónica. —Eso me da alguna pista de lo que puede estar pensando —me dice—. Es usted un misterio, señorita Steele. ¿Un misterio? ¿Yo? —No tengo nada de misteriosa. —Creo que es usted muy contenida —murmura. ¿De verdad? Uau… ¿cómo lo consigo? Es increíble. ¿Yo, contenida? Imposible. —Menos cuando se ruboriza, claro, cosa que hace a menudo. Me gustaría saber por qué se ha ruborizado. Se mete un trozo de magdalena en la boca y empieza a masticarlo despacio, sin apartar los ojos de mí. Y, como no podía ser de otra manera, me ruborizo. ¡Mierda! —¿Siempre hace comentarios tan personales? —No me había dado cuenta de que fuera personal. ¿La he ofendido? —me pregunta en tono sorprendido. —No —le contesto sinceramente. —Bien. —Pero es usted un poco arrogante. Alza una ceja y, si no me equivoco, también él se ruboriza ligeramente. —Suelo hacer las cosas a mi manera, Anastasia —murmura—. En todo. —No lo dudo. ¿Por qué no me ha pedido que lo tutee? Me sorprende mi osadía. ¿Por qué la conversación se pone tan seria? Las cosas no están yendo como pensaba. No puedo creerme que esté mostrándome tan hostil hacia él. Como si él intentara advertirme de algo. —Solo me tutea mi familia y unos pocos amigos íntimos. Lo prefiero así. Todavía no me ha dicho: «Llámame Christian». Es sin duda un obseso del control, no hay otra explicación, y parte de mí está pensando que quizá habría sido mejor que lo entrevistara Kate. Dos obsesos del control juntos. Además, ella es casi rubia —bueno, rubia rojiza—, como todas las mujeres de su empresa. Y es guapa, me recuerda mi subconsciente. No me gusta imaginar a Christian y a Kate juntos. Doy un sorbo a mi té, y Grey se pone otro trozo de magdalena en la boca. —¿Es usted hija única? —me pregunta. Vaya… Ahora cambia de conversación.