Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 427

—Ha surgido un problema del que debo ocuparme. Te veo mañana. Mandaré a Taylor a recogerte al aeropuerto si no puedo ir yo. Suena frío. Enfadado, incluso. automáticamente que es por mi culpa. Pero, por primera vez, no pienso —Vale. Espero que puedas resolver el problema. Que tengas un buen vuelo. —Tú también, nena —me susurra y, con esas palabras, mi Christian vuelve un instante. Luego cuelga. Oh, no. El último «problema» con el que tuvo que lidiar fue el de mi virginidad. Dios, espero que no sea nada de eso. Miro a mi madre. Su júbilo anterior se ha transformado en preocupación. —Es Christian. Tiene que volver a Seattle. Te pide disculpas. —¡Vaya! Qué lástima, cariño. Podemos hacer la barbacoa de todas formas. Además, ahora tenemos algo que celebrar: ¡tu nuevo empleo! Tienes que contármelo todo al respecto. A última hora de la tarde, mamá y yo estamos tumbadas junto a la piscina. Mamá se ha relajado tanto después de saber que el señor Millonetis no viene a cenar que está tendida completamente horizontal. Tirada al sol, empeñada en librarme de mi palidez, pienso en anoche y en el desayuno de hoy. Pienso en Christian y no puedo quitarme la sonrisa tonta de los labios. Vuelve una y otra vez a mi cara, espontánea y desconcertante, cuando recuerdo nuestras varias conversaciones y lo que hicimos… lo que me hizo. Parece que ha habido un cambio sustancial en la actitud de Christian. Él lo niega, pero reconoce que está intentando darme más. ¿Qué puede haber cambiado? ¿Qué ha variado entre aquel largo correo que me envió y cuando nos vimos ayer? ¿Qué ha hecho? Me incorporo de pronto y casi tiro el refresco. Cenó con… ella. Con Elena. ¡Maldita sea! Se me eriza el vello al caer en la cuenta. ¿Le diría algo ella? Ah… si hubiera podido ser una mosca pegada en la pared durante su cena… Habría caído en su sopa o en su copa de vino para que se atragantara. —¿Qué pasa, cielo? —me pregunta mi madre, saliendo de golpe de su sopor. —Cosas mías, mamá. ¿Qué hora es?