Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 266

Y encima esta noche me ha pegado de verdad. En mi vida me habían pegado. ¿Dónde me he metido? Muy despacio, las lágrimas, retenidas por la llegada de Kate, empiezan a rodarme por los lados de la cara hasta las orejas. Me he enamorado de alguien tan emocionalmente cerrado que no conseguiré más que sufrir —en el fondo, lo sé—, alguien que, según él mismo admite, está completamente jodido. ¿Por qué está tan jodido? Debe de ser horrible estar tan tocado como él; la idea de que de niño fuera víctima de crueldades insoportables me hace llorar aún más. Quizá si fuera más normal no le interesarías, contribuye con sarcasmo mi subconsciente a mis reflexiones. Y en lo más profundo de mi corazón sé que es cierto. Me doy la vuelta, se abren las compuertas… y, por primera vez en años, lloro desconsoladamente con la cara hundida en la almohada. Los gritos de Kate me distraen momentáneamente de mis oscuros pensamientos. «¿Qué coño crees que haces aquí?» «¡Vale, pues no puedes!» «¿Qué coño le has hecho ahora?» «Desde que te conoció, se pasa el día llorando.» «¡No puedes venir aquí!» Christian irrumpe en mi dormitorio y, sin ceremonias, enciende la luz del techo, obligándome a apretar los ojos. —Dios mío, Ana —susurra. La apaga otra vez y, en un segundo, lo tengo a mi lado. —¿Qué haces aquí? —pregunto espantada entre sollozos. Mierda, no puedo parar de llorar. Enciende la lamparita y me hace guiñar los ojos de nuevo. Viene Kate y se queda en el umbral de la puerta. —¿Quieres que eche a este gilipollas de aquí? —me dice irradiando una hostilidad termonuclear. Christian la mira arqueando una ceja, sin duda asombrado por el halagador epíteto y su brutal antipatía. Niego con la cabeza y ella me pone los ojos en blanco. Huy, yo no haría eso delante del señor G. —Dame una voz si me necesitas —me dice más serena—. Grey, estás en mi lista negra y te tengo vigilado —le susurra furiosa. Él la mira extrañado, y ella da media vuelta y entorna la puerta, pero no la