Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 223
Se me desencaja la mandíbula. ¿Qué? Christian ha pasado hambre. Maldita sea.
Bueno, eso explica muchas cosas. Y recuerdo la entrevista. De verdad quiere
alimentar al mundo. Me devano los sesos desesperadamente intentando recordar
el artículo de Kate. Fue adoptado a los cuatro años, creo. No me imagino que Grace
lo matara de hambre, así que debió de ser antes, cuando era muy pequeño. Trago
saliva y se me encoge el corazón pensando en un niñito de ojos grises hambriento.
Oh, no. ¿Qué vida tuvo antes de que los Grey lo adoptaran y lo rescataran?
Me invade una indignación salvaje. El filantrópico Christian pobre, jodido y
pervertido. Aunque estoy segura de que él no se vería así a sí mismo y rechazaría
todo sentimiento de lástima o piedad. De repente estalla un aplauso general y todo
el mundo se levanta. Yo hago lo mismo, aunque no he escuchado la mitad de su
discurso. Se dedica a esa gran labor, a dirigir una empresa enorme y al mismo
tiempo a perseguirme. Resulta abrumador. Recuerdo los breves retazos de las
conversaciones que le he oído sobre Darfur… Ahora encaja todo. Comida.
Sonríe brevemente ante el cálido aplauso —incluso Kate está aplaudiendo— y
vuelve a su asiento. No mira en dirección a mí, y yo estoy descentrada intentando
asimilar toda esta nueva información sobre él.
Un vicerrector se levanta y empieza el largo y tedioso proceso de entrega de
títulos. Hay que repartir más de cuatrocientos, así que pasa más de una hora hasta
que oigo mi nombre. Avanzo hacia el estrado entre las dos chicas, que se ríen
tontamente. Christian me lanza una mirada cálida, aunque comedida.
—Felicidades, señorita Steele —me dice estrechándome la mano. Siento la
descarga de su carne en la mía—. ¿Tienes problemas con el ordenador?
Frunzo el ceño mientras me entrega el título.
—No.
—Entonces, ¿no haces caso de mis e-mails?
—Solo vi el de las fusiones y adquisiciones.
Me mira con curiosidad.
—Luego —me dice.
Y tengo que avanzar, porque estoy obstruyendo la cola.
Vuelvo a mi asiento. ¿E-mails? Debe de haber mandado otro. ¿Qué decía?
La ceremonia concluye una hora después. Es interminable. Al final, el rector
conduce a los miembros del cuerpo docente fuera del estrado, precedidos por
Christian y Kate, y todo el mundo vuelve a aplaudir calurosamente. Christian no
me mira, aunque me gustaría que lo hiciera. La diosa que llevo dentro no está nada