Literatura BDSM Cincuenta sombras de Grey ( E.L. James ) | Page 159
y luego se transforma en la balanza de la justicia para recordarme que Christian
podría demandarme si hablo demasiado. Ja… ¿Qué va a hacer? ¿Quedarse con
todo mi dinero? Tengo que acordarme de buscar en Google «penas por incumplir
un acuerdo de confidencialidad» cuando haga mi «investigación». Es como si me
hubieran puesto deberes. Quizá hasta me saco un título. Me ruborizo recordando
mi sobresaliente por el experimento en la bañera de esta mañana.
—Ana, ¿qué pasa?
—Estaba recordando algo que me ha dicho Christian.
—Pareces distinta —me dice Kate con cariño.
—Me siento distinta. Dolorida —le confieso.
—¿Dolorida?
—Un poco.
Me ruborizo.
—Yo también. Hombres… —dice con una mueca de disgusto—. Son como
animales.
Nos reímos las dos.
—¿Tú también estás dolorida? —le pregunto sorprendida.
—Sí… de tanto darle.
Y me echo a reír.
—Cuéntame cosas de Elliot —le pido cuando paro por fin.
Siento que me relajo por primera vez desde que estaba haciendo cola en el
lavabo del bar… antes de la llamada de teléfono con la que empezó todo esto…
cuando admiraba al señor Grey desde la distancia. Días felices y sin
complicaciones.
Kate se ruboriza. Oh, Dios mío… Katherine Agnes Kavanagh se convierte en
Anastasia Rose Steele. Me lanza una mirada ingenua. Nunca antes la había visto
reaccionar así por un hombre. Abro tanto la boca que la mandíbula me llega al
suelo. ¿Dónde está Kate? ¿Qué habéis hecho con ella?
—Ana —me dice entusiasmada—, es tan… tan… Lo tiene todo. Y cuando…
oh… es fantástico.
Está tan alterada que apenas puede hilvanar una frase.
—Creo que lo que intentas decirme es que te gusta.
Asiente y se ríe como una loca.