Libros Comunión de Gracia La Resurrección: Una Promesa Cumplida | Page 13
La Tumba vacía: Una gran promesa cumplida
ras que decían que Jesús tenía que resucitar de los muertos. Esta es la parte
más importante y vital de nuestra existencia; lo que nos declara el apóstol
Juan es que hasta que Jesús resucitado lo convenció de su nuevo estado, fue
cuando realmente se hizo manifiesta su fe.
Es Jesús resucitado quien ahora tiene toda la potestad y la majestad del
universo y es nuestro maestro y transformador de nuestro ser. La Biblia nos
da muchos ejemplos de cómo Jesús ya resucitado abre la mente y el corazón
de las personas para que podamos “ver y creer” realmente; tal es el caso de
Pedro, Santiago, Juan, Pablo; por nombrar algunos, pero al final de esta lista
usted y yo podemos poner nuestro nombre porque también hemos creído
en el poder del Jesús resucitado. Ahora se entiende mejor la Escritura si-
guiente: “Pues nadie puede venir a mí a menos que me lo traiga el Padre, que
me envió, y yo lo resucitaré en el día final”. (Juan 6:44). La frase: “y yo lo
resucitaré en el día final”, implica que cuando suceda nuestra resurrección,
nuestro ser (cuerpo, alma y espíritu) será como el de Jesús; entonces, Jesús
resucitado habrá completado la obra iniciada por el Padre.
La tumba vacía es la evidencia de que la nueva humanidad no puede vivir en
esta tierra porque es eterna y santa en Cristo Jesús; es necesario recordar
que todo el cosmos, incluida esta tierra serán transformados y experimenta-
rán su propia resurrección en “cielos nuevos y tierra nueva”. La tumba vacía
es la evidencia contundente del gran amor de nuestro Padre, quien nos ama
como a Jesús y se complace en sus hijos, quienes ahora son transformados
por la obra del Espíritu Santo. La tumba vacía es la promesa cumplida conte-
nida en el plan de Dios desde la eternidad, cuando decretó que seríamos
“santos y sin mancha delante de Él en Cristo” (Efesios 1:3)
Si Jesús resucitado ha abierto su mente y corazón a esta hermosa y sorpren-
dente realidad, entonces su vida, a partir de hoy, tiene otro sentido. “Hoy
usted ya está experimentando ser un(a) verdadero(a) Hijo(a) Amado(a) de
Dios; muerto(a) en la cruz, sepultado(a), resucitado(a) y sentado(a) a la dere-
cha del Padre, porque donde está Jesús, ahí estamos todos los seres huma-
nos, lo creamos o no. (Juan 17:24) Este es el anhelo del Padre desde la eter-
nidad, hecho realidad y nos lo ha mostrado en una tumba vacía. Ahora que
estemos celebrando la muerte y resurrección de Jesús, demos gracias por
tanto amor demostrado (Juan 3:16-17) y gocemos de la vida como verdade-
ros Hijos Amados de nuestro amoroso Padre.
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