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Tras la Muerte de Efraín Ríos Montt
CIUDAD DE GUATEMALA-(Especial para el periódico Información/Houston, Texas)
Antes de meterme de lleno en el tema, hago hincapié en la necedad, en la equivocación
premeditada, de decenas de periodistas alrededor del mundo, al darle el calificativo de
dictador a esos individuos que surgen de la extrema derecha, los ejércitos y de los mismos
virajes que dan las democracias de vez en cuando; y a los verdaderos déspotas como Fidel y
Raúl Castro, Hugo Chávez, Daniel Ortega, Nicolás Maduro, Evo Morales y otros que han
sangrado y sangran actualmente a sus pueblos, les endilgan el eufemístico
adjetivo/sustantivado de “presidentes.” Es que tan dictador es uno de las derechas como de
las izquierdas y quizás estos últimos lo sean aún más que los otros, pues hacen uso de la
violencia desmesurada contra sus opositores y otras felonías mayores.
Bueno, recordado el asunto, paso a tocar el tema que hoy nos compete en esta
columna: el General guatemalteco recién fallecido, José Efraín Ríos Montt, quien dejó de
existir este 1 de abril del año en curso, a los 91 años de edad. De inmediato, su abogado
defensor, Jaime Hernández Zamora, pidió a los jueces el cese de la persecución penal y de
responsabilidad, así como la devolución de la caución económica de 500 mil Quetzales
(moneda nacional), y sea entregado dicho dinero a la hija del difunto, Zury Ríos Sosa. Es
oportuno recordar que, tras dejar el poder, el militar fue condenado a 80 años de prisión por
los delitos de genocidio y contra deberes de la humanidad, en el 2013. Desde entonces, se
mantenía en arresto domiciliar; sin embargo la Corte de Constitucionalidad anuló dicha
sentencia y el proceso fue revertido. Ante la anterior petitoria del abogado, el Tribunal de
Mayor Riesgo B, ordenó la extinción de la persecución penal contra el General.
No obstante, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos
Humanos, instó a Guatemala recientemente, para que no olvide los crímenes cometidos por
el militar fallecido y que sus víctimas obtengan justicia. “La muerte de Ríos Montt, de 91
años, no debería provocar que las autoridades no cumplan con sus obligaciones con
respecto a los derechos a la verdad, a la justicia, a la reparación, a garantías y a no
repetición”, señaló ante los periodistas la portavoz de ese organismo, Elizabeth Throssell.
En todo caso, lo que resulta chocante y abominable, es el hecho de que a los militares se les
procese, se les persiga (hasta más allá de sus muertes), y se les encarcele, mientras a los
asesinos ex guerrilleros de la URNG, armados desde Cuba, El Salvador y Nicaragua, se les
haya dejado en el olvido y en total impunidad. Porque los crímenes de esos mercenarios
fueron espantosos e, incluso, avalados por el silencio de los organismos internacionales
como la OEA y la ONU, mismos que toleran a las dictaduras sangrientas de Venezuela,
Nicaragua y Cuba, en la actualidad. En pocas palabras, ningún guerrillero homicida en
Guatemala, ha sido arrestado y, por consiguiente, no ha sido llevado ante una justicia que se
ufana de ser imparcial, cuando en verdad no ha tenido imparcialidad desde que terminó la
guerra interna de esta nación centroamericana.