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Luces y Sombras de Donald Trump
AMÉRICA CENTRAL-(Especial para el periódico Información/Houston, Texas) Todos
sabemos que ser presidente de los Estados Unidos no se circunscribe solamente a esa gran
nación; es decir, el mandatario del momento, lo es también de todo el orbe. En palabras
más gráficas y concretas… ser presidente de la Unión Americana, equivale a serlo del
mundo también. Y parece que Donald Trump, de las pocas cosas que él sabía antes de ser
elegido a la Casa Blanca, era precisamente eso… que iba a gobernar al planeta entero. Para
describir la personalidad de este caballero, cuya “armadura no es brillante precisamente”,
hay que hacerlo desde dos ángulos: el interno estadounidense; y el externo o internacional.
Y es que Mr. Trump tiene esas dos semblanzas claramente definidas. Comencemos por la
segunda: si lo situamos en el contexto centroamericano, el actual gobernante
norteamericano es tan aborrecido como temido, especialmente por las familias de los
inmigrantes, ya sean legales o ilegales. Sus directrices políticas en relación con el aspecto
migratorio, no han sido felices para los hondureños, salvadoreños y guatemaltecos, que son
las nacionalidades que mayormente parten hacia los Estados Unidos.
Trump, para estos ciudadanos que han marchado hacia la gran potencia del norte, es
algo así como el “antihéroe”, la antítesis del sueño americano, el personaje capaz de
sumirlos en la peor pesadilla de las deportaciones. Sin embargo, recordemos que las dos
administraciones del demócrata Barack Obama, fueron las que más centroamericanos
expulsaron de ese país. Y lo extraño se fundamentó en que no desató el delirio de
persecución que ha desatado Mr. Trump en la actualidad, quien no ha deportado ni un
tercio de todo lo que hizo Obama en aquel entonces. Empero, siempre dentro del ámbito
internacional y en otras latitudes, en Asia y Oriente Próximo, la imagen de Donald Trump
cambia radicalmente: los judíos lo adoran, especialmente por su postura firme contra los
regímenes de Siria e Irán; también por el traslado de la embajada de los Estados Unidos a
Jerusalén, un espaldarazo a esta ciudad por su simbolismo dentro del contexto religioso.
En lo que respecta a Corea del Norte, la presión de Trump desde que llegó al poder
y su enfrentamiento retórico con el dictador Kim Jong-un, ha hecho que este minúsculo
país repleto de misiles atómicos, dé un paso atrás y hable en estos momentos de reducción
de sus arsenales nucleares y buscara el diálogo con su archienemiga Corea del Sur. La
presión del señor Trump ha sido proverbial en este sentido.
Y, un poco en serio y un poco en broma, se está hablando de otorgarle el Premio
Nobel de la Paz, algo que, a todas luces, parece incoherente e incongruente en relación con
la personalidad del actual presidente estadounidense. De cara al interior de su país, el
norteamericano blanco, anglo, le quiere, le admira, le aplaude y estaría gustoso de
reelegirlo en la presidencia; así según versiones que hemos leído en la prensa de los
Estados Unidos, de parte de muchos votantes. La política antiinmigratoria, su
enfrentamiento decidido contra el fundamentalismo musulmán, su deseo de expulsar a los
indocumentados y construir tramos importantes del muro fronterizo sur, le han deparado