LIBRO DE ENOC - EDICIÓN ESPECIAL El libro de Enoc | Page 110

EL LIBRO DE ENOC Vi a todas las ovejas que quedaban, a las bestias de la tierra y a las aves del cielo inclinarse para rendir homenaje a estas ovejas, suplicarles y obedecerles en todas las cosas. (Ap 7:13-15, 22:3) Luego esos tres que estaban vestidos de blanco, aquellos que me habían elevado antes, me tomaron de la mano y también el carnero me tomo la mano y me hicieron subir y sentar en medio de estas ovejas, antes de que tuviera lugar el juicio. Estas ovejas eran todas blancas y su lana abundante y pura. (Ap 7:9) Y todas las que habían sido destruidas o dispersadas por las bestias del campo y las aves del cielo, se congregaron en esta casa y el Señor de las ovejas se regocijó con gran alegría porque todas eran buenas y porque ellas habían regresado a su casa. (Is 2:4; Os 2:20; Jl 4:10; Mi 4:3; Za 9:10-11) Vi cuando ellas depusieron esa espada que había sido dada a las ovejas: ellas la llevaron a la casa y la sellaron en presencia del Señor. Y todas las ovejas fueron invitadas a esta casa aunque no cabían. Sus ojos fueron abiertos y ellas vieron bien y no hubo ninguna de ellas que no viera. Vi que esta casa era grande, amplia y estaba completamente llena. Vi que un toro blanco nació y sus cuernos eran grandes y todas las bestias del campo y todas las aves del cielo le temían y le suplicaban a toda hora. Vi cuando fueron cambiadas todas sus especies y todos se convirtieron en toros blancos y el primero entre ellos se transformó en un cordero que llegó a ser un gran búfalo que tenía sobre su cabeza dos cuernos negros y el Señor de las ovejas se regocijó sobre él y sobre todos los toros. Yo estaba dormido en medio de ellos y me desperté después de haberlo visto todo. 110