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I Samuel
18. 3–21
dejó volver a casa de su padre. E hicieron pacto Jonatán y
David, porque él le amaba como a sí mismo. Y Jonatán se
quitó el manto que llevaba, y se lo dio a David, y otras ropas
suyas, hasta su espada, su arco y su talabarte. Y salía David
a dondequiera que Saúl le enviaba, y se portaba prudentemen-
te. Y lo puso Saúl sobre gente de guerra, y era acepto a los
ojos de todo el pueblo, y a los ojos de los siervos de Saúl.
Aconteció que cuando volvían ellos, cuando David volvió de
matar al filisteo, salieron las mujeres de todas las ciudades de
Israel cantando y danzando, para recibir al rey Saúl, con pan-
deros, con cánticos de alegría y con instrumentos de música.
Y cantaban las mujeres que danzaban, y decían: Saúl hirió a
sus miles, Y David a sus diez miles. Y se enojó Saúl en gran
manera, y le desagradó este dicho, y dijo: A David dieron diez
miles, y a mí miles; no le falta más que el reino. Y desde
aquel día Saúl no miró con buenos ojos a David. Aconteció al
otro día, que un espíritu malo de parte de Dios tomó a Saúl,
y él desvariaba en medio de la casa. David tocaba con su ma-
no como los otros días; y tenía Saúl la lanza en la mano. Y
arrojó Saúl la lanza, diciendo: Enclavaré a David a la pared.
Pero David lo evadió dos veces. Mas Saúl estaba temeroso de
David, por cuanto Jehová estaba con él, y se había apartado
de Saúl; por lo cual Saúl lo alejó de sí, y le hizo jefe de mil;
y salía y entraba delante del pueblo. Y David se conducía
prudentemente en todos sus asuntos, y Jehová estaba con él.
Y viendo Saúl que se portaba tan prudentemente, tenía temor
de él. Mas todo Israel y Judá amaba a David, porque él salía
y entraba delante de ellos. Entonces dijo Saúl a David: He
aquí, yo te daré Merab mi hija mayor por mujer, con tal que
me seas hombre valiente, y pelees las batallas de Jehová. Mas
Saúl decía: No será mi mano contra él, sino que será contra él
la mano de los filisteos. Pero David respondió a Saúl: ¿Quién
soy yo, o qué es mi vida, o la familia de mi padre en Israel,
para que yo sea yerno del rey? Y llegado el tiempo en que Me-
rab hija de Saúl se había de dar a David, fue dada por mujer
a Adriel meholatita. Pero Mical la otra hija de Saúl amaba
a David; y fue dicho a Saúl, y le pareció bien a sus ojos. Y
Saúl dijo: Yo se la daré, para que le sea por lazo, y para que
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