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Jueces
7. 10–22
porque yo lo he entregado en tus manos. Y si tienes temor de
descender, baja tú con Fura tu criado al campamento, y oirás
lo que hablan; y entonces tus manos se esforzarán, y descende-
rás al campamento. Y él descendió con Fura su criado hasta los
puestos avanzados de la gente armada que estaba en el campa-
mento. Y los madianitas, los amalecitas y los hijos del oriente
estaban tendidos en el valle como langostas en multitud, y sus
camellos eran innumerables como la arena que está a la ribera
del mar en multitud. Cuando llegó Gedeón, he aquí que un
hombre estaba contando a su compañero un sueño, diciendo:
He aquí yo soñé un sueño: Veía un pan de cebada que roda-
ba hasta el campamento de Madián, y llegó a la tienda, y la
golpeó de tal manera que cayó, y la trastornó de arriba abajo,
y la tienda cayó. Y su compañero respondió y dijo: Esto no
es otra cosa sino la espada de Gedeón hijo de Joás, varón de
Israel. Dios ha entregado en sus manos a los madianitas con
todo el campamento. Cuando Gedeón oyó el relato del sueño
y su interpretación, adoró; y vuelto al campamento de Israel,
dijo: Levantaos, porque Jehová ha entregado el campamento
de Madián en vuestras manos. Y repartiendo los trescientos
hombres en tres escuadrones, dio a todos ellos trompetas en
sus manos, y cántaros vacíos con teas ardiendo dentro de los
cántaros. Y les dijo: Miradme a mí, y haced como hago yo; he
aquí que cuando yo llegue al extremo del campamento, haréis
vosotros como hago yo. Yo tocaré la trompeta, y todos los
que estarán conmigo; y vosotros tocaréis entonces las trompe-
tas alrededor de todo el campamento, y diréis: ¡Por Jehová y
por Gedeón! Llegaron, pues, Gedeón y los cien hombres que
llevaba consigo, al extremo del campamento, al principio de
la guardia de la medianoche, cuando acababan de renovar los
centinelas; y tocaron las trompetas, y quebraron los cántaros
que llevaban en sus manos. Y los tres escuadrones tocaron
las trompetas, y quebrando los cántaros tomaron en la mano
izquierda las teas, y en la derecha las trompetas con que toca-
ban, y gritaron: ¡Por la espada de Jehová y de Gedeón! Y se
estuvieron firmes cada uno en su puesto en derredor del cam-
pamento; entonces todo el ejército echó a correr dando gritos
y huyendo. Y los trescientos tocaban las trompetas; y Jehová
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