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Josué
2. 11–24
dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán,
a Sehón y a Og, a los cuales habéis destruido. Oyendo esto,
ha desmayado nuestro corazón; ni ha quedado más aliento en
hombre alguno por causa de vosotros, porque Jehová vuestro
Dios es Dios arriba en los cielos y abajo en la tierra. Os ruego
pues, ahora, que me juréis por Jehová, que como he hecho mi-
sericordia con vosotros, así la haréis vosotros con la casa de mi
padre, de lo cual me daréis una señal segura; y que salvaréis
la vida a mi padre y a mi madre, a mis hermanos y herma-
nas, y a todo lo que es suyo; y que libraréis nuestras vidas
de la muerte. Ellos le respondieron: Nuestra vida responderá
por la vuestra, si no denunciareis este asunto nuestro; y cuan-
do Jehová nos haya dado la tierra, nosotros haremos contigo
misericordia y verdad. Entonces ella los hizo descender con
una cuerda por la ventana; porque su casa estaba en el muro
de la ciudad, y ella vivía en el muro. Y les dijo: Marchaos al
monte, para que los que fueron tras vosotros no os encuentren;
y estad escondidos allí tres días, hasta que los que os siguen
hayan vuelto; y después os iréis por vuestro camino. Y ellos
le dijeron: Nosotros quedaremos libres de este juramento con
que nos has juramentado. He aquí, cuando nosotros entremos
en la tierra, tú atarás este cordón de grana a la ventana por la
cual nos descolgaste; y reunirás en tu casa a tu padre y a tu
madre, a tus hermanos y a toda la familia de tu padre. Cual-
quiera que saliere fuera de las puertas de tu casa, su sangre
será sobre su cabeza, y nosotros sin culpa. Mas cualquiera que
se estuviere en casa contigo, su sangre será sobre nuestra cabe-
za, si mano le tocare. Y si tú denunciares este nuestro asunto,
nosotros quedaremos libres de este tu juramento con que nos
has juramentado. Ella respondió: Sea así como habéis dicho.
Luego los despidió, y se fueron; y ella ató el cordón de grana a
la ventana. Y caminando ellos, llegaron al monte y estuvieron
allí tres días, hasta que volvieron los que los perseguían; y los
que los persiguieron buscaron por todo el camino, pero no los
hallaron. Entonces volvieron los dos hombres; descendieron
del monte, y pasaron, y vinieron a Josué hijo de Nun, y le con-
taron todas las cosas que les habían acontecido. Y dijeron a
Josué: Jehová ha entregado toda la tierra en nuestras manos;
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