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Deuteronomio
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a mediodía como palpa el ciego en la oscuridad, y no serás
prosperado en tus caminos; y no serás sino oprimido y robado
todos los días, y no habrá quien te salve. Te desposarás con
mujer, y otro varón dormirá con ella; edificarás casa, y no ha-
bitarás en ella; plantarás viña, y no la disfrutarás. Tu buey
será matado delante de tus ojos, y tú no comerás de él; tu as-
no será arrebatado de delante de ti, y no te será devuelto; tus
ovejas serán dadas a tus enemigos, y no tendrás quien te las
rescate. Tus hijos y tus hijas serán entregados a otro pueblo,
y tus ojos lo verán, y desfallecerán por ellos todo el día; y no
habrá fuerza en tu mano. El fruto de tu tierra y de todo tu
trabajo comerá pueblo que no conociste; y no serás sino opri-
mido y quebrantado todos los días. Y enloquecerás a causa
de lo que verás con tus ojos. Te herirá Jehová con maligna
pústula en las rodillas y en las piernas, desde la planta de tu
pie hasta tu coronilla, sin que puedas ser curado. Jehová te
llevará a ti, y al rey que hubieres puesto sobre ti, a nación que
no conociste ni tú ni tus padres; y allá servirás a dioses ajenos,
al palo y a la piedra. Y serás motivo de horror, y servirás de
refrán y de burla a todos los pueblos a los cuales te llevará
Jehová. Sacarás mucha semilla al campo, y recogerás poco,
porque la langosta lo consumirá. Plantarás viñas y labrarás,
pero no beberás vino, ni recogerás uvas, porque el gusano se
las comerá. Tendrás olivos en todo tu territorio, mas no te
ungirás con el aceite, porque tu aceituna se caerá. Hijos e
hijas engendrarás, y no serán para ti, porque irán en cautive-
rio. Toda tu arboleda y el fruto de tu tierra serán consumidos
por la langosta. El extranjero que estará en medio de ti se
elevará sobre ti muy alto, y tú descenderás muy abajo. Él te
prestará a ti, y tú no le prestarás a él; él será por cabeza, y
tú serás por cola. Y vendrán sobre ti todas estas maldicio-
nes, y te perseguirán, y te alcanzarán hasta que perezcas; por
cuanto no habrás atendido a la voz de Jehová tu Dios, para
guardar sus mandamientos y sus estatutos, que él te mandó;
y serán en ti por señal y por maravilla, y en tu descendencia
para siempre. Por cuanto no serviste a Jehová tu Dios con
alegría y con gozo de corazón, por la abundancia de todas las