17. 1–15
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Levítico
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al año por todos los pecados de Israel. Y Moisés lo hizo como
Jehová le mandó.
Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a Aarón y a sus
hijos, y a todos los hijos de Israel, y diles: Esto es lo que ha
mandado Jehová: Cualquier varón de la casa de Israel que
degollare buey o cordero o cabra, en el campamento o fuera de
él, y no lo trajere a la puerta del tabernáculo de reunión para
ofrecer ofrenda a Jehová delante del tabernáculo de Jehová,
será culpado de sangre el tal varón; sangre derramó; será cor-
tado el tal varón de entre su pueblo, a fin de que traigan los
hijos de Israel sus sacrificios, los que sacrifican en medio del
campo, para que los traigan a Jehová a la puerta del taberná-
culo de reunión al sacerdote, y sacrifiquen ellos sacrificios de
paz a Jehová. Y el sacerdote esparcirá la sangre sobre el altar
de Jehová a la puerta del tabernáculo de reunión, y quemará
la grosura en olor grato a Jehová. Y nunca más sacrificarán
sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales han fornica-
do; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades. Les
dirás también: Cualquier varón de la casa de Israel, o de los
extranjeros que moran entre vosotros, que ofreciere holocaus-
to o sacrificio, y no lo trajere a la puerta del tabernáculo de
reunión para hacerlo a Jehová, el tal varón será igualmente
cortado de su pueblo. Si cualquier varón de la casa de Israel,
o de los extranjeros que moran entre ellos, comiere alguna san-
gre, yo pondré mi rostro contra la persona que comiere sangre,
y la cortaré de entre su pueblo. Porque la vida de la carne en
la sangre está, y yo os la he dado para hacer expiación sobre el
altar por vuestras almas; y la misma sangre hará expiación de
la persona. Por tanto, he dicho a los hijos de Israel: Ninguna
persona de vosotros comerá sangre, ni el extranjero que mora
entre vosotros comerá sangre. Y cualquier varón de los hijos
de Israel, o de los extranjeros que moran entre ellos, que ca-
zare animal o ave que sea de comer, derramará su sangre y la
cubrirá con tierra. Porque la vida de toda carne es su sangre;
por tanto, he dicho a los hijos de Israel: No comeréis la sangre
de ninguna carne, porque la vida de toda carne es su sangre;
cualquiera que la comiere será cortado. Y cualquier persona,
así de los naturales como de los extranjeros, que comiere ani-