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Génesis
47. 17–29
vuestros ganados, si se ha acabado el dinero. Y ellos trajeron
sus ganados a José, y José les dio alimentos por caballos, y
por el ganado de las ovejas, y por el ganado de las vacas, y por
asnos; y les sustentó de pan por todos sus ganados aquel año.
Acabado aquel año, vinieron a él el segundo año, y le dijeron:
No encubrimos a nuestro señor que el dinero ciertamente se
ha acabado; también el ganado es ya de nuestro señor; nada
ha quedado delante de nuestro señor sino nuestros cuerpos y
nuestra tierra. ¿Por qué moriremos delante de tus ojos, así
nosotros como nuestra tierra? Cómpranos a nosotros y a nues-
tra tierra por pan, y seremos nosotros y nuestra tierra siervos
de Faraón; y danos semilla para que vivamos y no muramos, y
no sea asolada la tierra. Entonces compró José toda la tierra
de Egipto para Faraón; pues los egipcios vendieron cada uno
sus tierras, porque se agravó el hambre sobre ellos; y la tierra
vino a ser de Faraón. Y al pueblo lo hizo pasar a las ciudades,
desde un extremo al otro del territorio de Egipto. Solamente
la tierra de los sacerdotes no compró, por cuanto los sacerdotes
tenían ración de Faraón, y ellos comían la ración que Faraón
les daba; por eso no vendieron su tierra. Y José dijo al pueblo:
He aquí os he comprado hoy, a vosotros y a vuestra tierra, para
Faraón; ved aquí semilla, y sembraréis la tierra. De los frutos
daréis el quinto a Faraón, y las cuatro partes serán vuestras
para sembrar las tierras, y para vuestro mantenimiento, y de
los que están en vuestras casas, y para que coman vuestros
niños. Y ellos respondieron: La vida nos has dado; hallemos
gracia en ojos de nuestro señor, y seamos siervos de Faraón.
Entonces José lo puso por ley hasta hoy sobre la tierra de
Egipto, señalando para Faraón el quinto, excepto sólo la tierra
de los sacerdotes, que no fue de Faraón. Así habitó Israel en
la tierra de Egipto, en la tierra de Gosén; y tomaron posesión
de ella, y se aumentaron, y se multiplicaron en gran manera.
Y vivió Jacob en la tierra de Egipto diecisiete años; y fueron
los días de Jacob, los años de su vida, ciento cuarenta y siete
años. Y llegaron los días de Israel para morir, y llamó a José
su hijo, y le dijo: Si he hallado ahora gracia en tus ojos, te
ruego que pongas tu mano debajo de mi muslo, y harás con-
migo misericordia y verdad. Te ruego que no me entierres en
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