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Génesis
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sé, y decían: Por el dinero que fue devuelto en nuestros costales
la primera vez nos han traído aquí, para tendernos lazo, y ata-
carnos, y tomarnos por siervos a nosotros, y a nuestros asnos.
Y se acercaron al mayordomo de la casa de José, y le hablaron
a la entrada de la casa. Y dijeron: Ay, señor nuestro, nosotros
en realidad de verdad descendimos al principio a comprar ali-
mentos. Y aconteció que cuando llegamos al mesón y abrimos
nuestros costales, he aquí el dinero de cada uno estaba en la
boca de su costal, nuestro dinero en su justo peso; y lo hemos
vuelto a traer con nosotros. Hemos también traído en nuestras
manos otro dinero para comprar alimentos; nosotros no sabe-
mos quién haya puesto nuestro dinero en nuestros costales. Él
les respondió: Paz a vosotros, no temáis; vuestro Dios y el Dios
de vuestro padre os dio el tesoro en vuestros costales; yo recibí
vuestro dinero. Y sacó a Simeón a ellos. Y llevó aquel varón a
los hombres a casa de José; y les dio agua, y lavaron sus pies,
y dio de comer a sus asnos. Y ellos prepararon el presente
entretanto que venía José a mediodía, porque habían oído que
allí habrían de comer pan. Y vino José a casa, y ellos le tra-
jeron el presente que tenían en su mano dentro de la casa, y se
inclinaron ante él hasta la tierra. Entonces les preguntó José
cómo estaban, y dijo: ¿Vuestro padre, el anciano que dijisteis,
lo pasa bien? ¿Vive todavía? Y ellos respondieron: Bien va a
tu siervo nuestro padre; aún vive. Y se inclinaron, e hicieron
reverencia. Y alzando José sus ojos vio a Benjamín su herma-
no, hijo de su madre, y dijo: ¿Es éste vuestro hermano menor,
de quien me hablasteis? Y dijo: Dios tenga misericordia de ti,
hijo mío. Entonces José se apresuró, porque se conmovieron
sus entrañas a causa de su hermano, y buscó dónde llorar; y
entró en su cámara, y lloró allí. Y lavó su rostro y salió, y
se contuvo, y dijo: Poned pan. Y pusieron para él aparte, y
separadamente para ellos, y aparte para los egipcios que con
él comían; porque los egipcios no pueden comer pan con los
hebreos, lo cual es abominación a los egipcios. Y se sentaron
delante de él, el mayor conforme a su primogenitura, y el me-
nor conforme a su menor edad; y estaban aquellos hombres
atónitos mirándose el uno al otro. Y José tomó viandas de
delante de sí para ellos; mas la porción de Benjamín era cinco