27. 2–23
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Génesis
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dijo: Hijo mío. Y él respondió: Heme aquí. Y él dijo: He aquí
ya soy viejo, no sé el día de mi muerte. Toma, pues, ahora tus
armas, tu aljaba y tu arco, y sal al campo y tráeme caza; y
hazme un guisado como a mí me gusta, y tráemelo, y comeré,
para que yo te bendiga antes que muera. Y Rebeca estaba
oyendo, cuando hablaba Isaac a Esaú su hijo; y se fue Esaú
al campo para buscar la caza que había de traer. Entonces
Rebeca habló a Jacob su hijo, diciendo: He aquí yo he oído a
tu padre que hablaba con Esaú tu hermano, diciendo: Tráe-
me caza y hazme un guisado, para que coma, y te bendiga en
presencia de Jehová antes que yo muera. Ahora, pues, hijo
mío, obedece a mi voz en lo que te mando. Ve ahora al gana-
do, y tráeme de allí dos buenos cabritos de las cabras, y haré
de ellos viandas para tu padre, como a él le gusta; y tú las
llevarás a tu padre, y comerá, para que él te bendiga antes de
su muerte. Y Jacob dijo a Rebeca su madre: He aquí, Esaú
mi hermano es hombre velloso, y yo lampiño. Quizá me pal-
pará mi padre, y me tendrá por burlador, y traeré sobre mí
maldición y no bendición. Y su madre respondió: Hijo mío,
sea sobre mí tu maldición; solamente obedece a mi voz y ve y
tráemelos. Entonces él fue y los tomó, y los trajo a su madre;
y su madre hizo guisados, como a su padre le gustaba. Y tomó
Rebeca los vestidos de Esaú su hijo mayor, los preciosos, que
ella tenía en casa, y vistió a Jacob su hijo menor; y cubrió
sus manos y la parte de su cuello donde no tenía vello, con las
pieles de los cabritos; y entregó los guisados y el pan que ha-
bía preparado, en manos de Jacob su hijo. Entonces éste fue
a su padre y dijo: Padre mío. E Isaac respondió: Heme aquí;
¿quién eres, hijo mío? Y Jacob dijo a su padre: Yo soy Esaú
tu primogénito; he hecho como me dijiste: levántate ahora, y
siéntate, y come de mi caza, para que me bendigas. Entonces
Isaac dijo a su hijo: ¿Cómo es que la hallaste tan pronto, hijo
mío? Y él respondió: Porque Jehová tu Dios hizo que la en-
contrase delante de mí. E Isaac dijo a Jacob: Acércate ahora,
y te palparé, hijo mío, por si eres mi hijo Esaú o no. Y se
acercó Jacob a su padre Isaac, quien le palpó, y dijo: La voz
es la voz de Jacob, pero las manos, las manos de Esaú. Y no
le conoció, porque sus manos eran vellosas como las manos de