libro Amor Eterno. Cartas de Adán y Eva | Page 9

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Estas son las emotivas palabras que Eva y Adán se prodigan mutuamente en ese bello libro El Diario de Adán y Eva (1893, 1905) del escritor estadounidense Mark Twain (1835-1910), que celebra el amor imperecedero entre los primeros habitantes de la Tierra, Adán y Eva. Así, el autor recrea desde una visión humana la creación del mundo en el Génesis del Antiguo Testamento a partir de la historia del enamoramiento de la primera pareja humana, con un dejo de humor y emoción que nos hace conmover y sonreír con ternura al mismo tiempo.

Inspiradas por la lectura y el análisis de esta novela, las alumnas de primer Año “A” durante las clases de Lengua y Literatura, escribieron cartas de amor entre Adán y Eva, acompañándolas de imágenes editadas con poemas representativos de grandes poetas. Con ese material creamos un libro digital, en cuya confección y edición participaron las estudiantes con el diseño ilustrado de la tapa y contratapa, las imágenes-poesías y las pinceladas poéticas al final de la obra. De esta forma, propiciamos un espacio de creatividad e imaginación en el aula donde enfrentaron el desafío de la página en blanco y expresaron sentimientos profundos con un tono íntimo y poético, basándose en los encuentros y desencuentros de la pareja para valorizar el amor eterno y el aprendizaje de la convivencia. Con esta propuesta de escritura buscamos recuperar de algún modo la importancia y fascinación del género epistolar como una vía privilegiada para el intercambio amoroso, dejado en el olvido ante la posibilidad de inmediatez e instantaneidad de las nuevas formas tecnológicas de comunicación.

¡Felicitaciones a todas por sus hermosas cartas, y por su deseo y entusiasmo al emprender la aventura de escribir!!

Profesora Adriana Rut Grodek

Ciudad de Buenos Aires, agosto de 2018

Es mi plegaria, es mi deseo, que nos vayamos juntos de esta vida. Es un deseo que nunca perecerá en la tierra, sino que tendrá lugar en el corazón de toda esposa amante, hasta el fin del tiempo, y será invocado en mi nombre. Pero si uno de los dos debe irse primero, mi plegaria es que sea yo (,,,). No le soy tan necesaria como él me lo es a mí: la vida sin él no sería vida. ¿Cómo podría soportarla? Esta plegaria también es inmortal, y no cesará de ser elevada mientras mi raza continúe. Soy la primera esposa y me repetiré en la última. (Twain, 1995, p.73)

ADÁN: Dondequiera que ella estaba, allí era el Edén. (p.75)

Prólogo