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APAGA mis ojos y podré verte,
cierra mis oídos, y podré oírte,
y sin pies podré llegar hasta ti,
y aun sin boca podré conjurarte.
Córtame los brazos, te adoraré
con el corazón como con la mano;
para el corazón latirá el cerebro,
y si arrojaras fuego en mi cerebro,
aún te llevaría sobre mi sangre.
Rainer María Rilke (1875-1926)
Este poema estaba dedicado inicialmente a Lou Andreas-Salomé, antes compañera de Freud y Nietzsche, de la cual Rilke estaba enamorado. Posteriormente, este poeta checoslovaco lo incluyó en el Libro de horas como una forma de dirigirse a Dios.