libro Amor Eterno. Cartas de Adán y Eva | Page 22

La Tierra, inicio de la Creación

Querida Eva:

Después de todos estos años, reconozco que estaba equivocado acerca de vos al principio. Me parecías una criatura difícil de comprender. Tus actitudes me dejaban desconcertado, sinceramente.

Cuando les colocabas nombres ingeniosos a las cosas debo admitir que me molestaba, me ponía en un estado totalmente irritante, pero ahora opino todo lo contrario. Te admiro en cada momento, aprecio cada acción que realizás respecto del lugar en el que habitamos, y debo decirte de una vez por todas que no soportaría tener una vida sin vos.

Como podrás ver no soy un hombre que suele demostrar lo que siente o piensa, por eso mismo he decidido expresártelo de una manera especial en esta carta.

Pensé que hablabas demasiado pero ahora odiaría caer en el silencio por la ausencia de tu voz. Realmente comprendo todo lo que hacías por mí, siempre queriéndome ayudar y apoyar en todo tipo de problemas o errores que cometía yo mismo. Te trataba de una manera que precisamente no era la adecuada. Te hice sufrir de tal modo que hoy en día no me lo perdonaría. Por vos soy capaz de crear un mundo mejor. La bondad de tu corazón y la dulzura de tu espíritu es lo que me hace avanzar.

Cuando te vi por primera vez con Caín entre tus brazos, lo protegías como nunca habías protegido a otro animal. La manera en que le dabas cariño despertó en mí sentimientos que se encontraban en lo más recóndito de mi corazón. No podría quejarme de tus defectos porque los encontraría como virtudes. Si me fijo en vos descubro cada vez más alegría y encuentro un mayor “equilibrio” entre nosotros.