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La Carta Magna vigente de 1917, lleva más de 500 modificaciones. Surge producto de un movimiento revolucionario de carácter popular. Fue la primera constitución político-social del mundo, así como en conceder los derechos individuales y de grupo, lo mismo a los campesinos como a los trabajadores. No puede pensarse que el medio millar de reformas la hayan desmejorado; por el contrario, se ha enriquecido, ya que la sociedad avanza en cuanto se transforma.
¿Se requiere una nueva constitución? ¡Por ahora no! Es necesario ponerla al día en cuanto al lenguaje en que se encuentra redactada, pues resulta anacrónico, incompleto e inentendible. Una vez traducida y adaptada al “español moderno”, se le podrán recortar algunas, más bien muchas facultades al Poder Ejecutivo, a fin de trasladarlas al Congreso de la Unión, que constituye la representación federal y popular. Lo mismo en cuanto al aspecto estatal.
La presente idea propone el reforzamiento del Cuarto Poder Constitucional Ciudadanizado, mediante la ampliación de los organismos autónomos, los cuales, como hasta ahora, serán vigilados por las propias cámaras legislativas federales y locales. Como ejemplo ya se tiene al INE, al Banco de México, la COFETEL, la UNAM, etcétera. Con ello se podría lograr la indispensable armonía socio-política que con tanto vigor e insistencia viene exigiendo la sociedad entera.
En conclusión. A la gran Constitución de 1917, sólo falta que se le realicen algunas reformas adecuadas; además de ponerla en español claro, sencillo y moderno, dado que en ella se encuentra nuestra historia, nuestras luchas, nuestros ideales y nuestro futuro que bien puede ser grandioso.